Antonio Herraiz: "Puigdemont se sabe decisivo y sabe de la debilidad de Sánchez, por eso se atreve a todo"

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Seguro que lo recuerdas. Hace justo una semana empezábamos con la voz quebrada, incluso rota ante una noticia muy triste para esta casa, para la radio y para todo el deporte. Hace una semana que de forma repentina e inesperada moría Pepe Domingo Castaño. Siete días después, siguen las muestras de cariño que, como te puedes imaginar, han sido numerosísimas.

Hay que quedarse, por su puesto, con el mensaje de la familia, que en un comunicado señalaban que la memoria de Pepe vivirá en el corazón de todos aquellos que lo conocieron, escucharon y admiraron, y es un testimonio de la huella imborrable que dejó en este mundo. Su inseparable compañero, amigo, hijo radiofónico, Paco González ha vivido uno de los peores momentos de su carrera y su comienzo en Tiempo de Juego durante la jornada de Champions forma también ya parte de la historia de la radio.

Después de las lágrimas, después del recuerdo emocionado, a Pepe lo que le gustaba era vivir, disfrutar, beber hasta el último trago de una copa, de un chupito y, en definitiva, de la vida. Eso lo saben bien sus amigos, su familia, la de la sangre y la de la radio, y por eso en el primero de los muchos homenajes que se le va a rendir, si algo se ha hecho es brindar.

Ha sido en Padrón, en la plaza que lleva su nombre, donde Pepe jugaba de niño. Allí se han juntado familiares, representantes públicos, como el propio presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, y sobre todo amigos y seguidores, que es lo mismo que decir admiradores. ¿Qué es lo que han hecho? Lo que más le gustaba a Pepe. Brindar y emocionarse. Lo hacía su hermano, Susé Castaño.

Lo decía Manolo Lama, hace justo una semana. Pepe va a seguir entre nosotros. No se ha ido. Su huella, su carácter, su liderazgo, no se va de un día para otro.

Último domingo del mes que el Partido Popular ha reservado para ese acto en Madrid en contra de la amnistía. Podía haber sido una movilización mucho más amplia, una concentración invitando a otras formaciones igual de opuestas a los acuerdos de Pedro Sánchez con los separatistas, pero la dirección del PP ha decidido limitarlo a un mitin de partido. Su previsión es llenar la plaza de Felipe II con más de 10.000 personas, de ahí para arriba, y dar sensación de fuerza a dos días del debate de investidura de Feijóo. Todo con una premisa: evitar mezclarse con Vox.

Aquí el PP no termina de desprenderse de sus complejos y no termina de aclarar por dónde quiere que vaya su relación con Vox. Se ha visto en la conformación de los diferentes gobiernos autonómicos. Sin dolor en la Comunidad Valenciana y en Baleares, de forma traumática en Extremadura, con una digestión difícil en Aragón, y al borde de la repetición electoral en la Región de Murcia.

Esa es la prueba de que el PP sigue sin definir cómo hacerlo con Vox. Y por eso hoy no les han invitado. Por eso no han programado un gran acto sin siglas para que se sumaran todos aquellos que están en contra de la amnistía, de que el fugado Puigdemont se vaya de rositas y que se le condene la deuda que Cataluña mantiene con el conjunto del país en perjuicio del resto de españoles.

Al final, el acto es lo que es, el PP prevé que sea multitudinario, pero se reducirá a eso, a un mitin de partido con un lema: o Feijóo o Amnistía. En el PP siguen haciendo un llamamiento a aquellos socialistas que quieran mantener la coherencia. Que quieran seguir manteniendo lo mismo que decía Sánchez y todos los ministros antes de las elecciones generales. Aquí no se salva ni uno. La maldita hemeroteca es capaz de retratar a todos -no sólo a Sánchez-. Y lo que es peor. Después de todo lo que repitieron como loros antes del 23 J, ahora ninguno es capaz de reconocer la verdad. Que se bajan los pantalones por siete diputados. Los siete escaños que consiguió el partido del forajido Puigdemont. Y esto deja en evidencia a ministros, que han podido ser respetados como Margarita Robles, pero que ahora pierden toda su credibilidad.

Pues no, ministra y magistrada Margarita Robles. Si se cumple lo que dice Junqueras que Sánchez ha pactado con ellos, Puigdemont no será juzgado en España.

Y esto supondrá un nuevo elemento de fricción entre JUNTS y ESQUERRA, entre el partido de Puigdemont y el de Junqueras, de cara a las autonómicas de 2025 que es donde realmente se la juegan y por lo que están tensando de la cuerda en esta negociación. En las generales los dos cayeron. Esquerra perdió 6 diputados y Junts 1. Entre los dos, 14 escaños, el PSC 19. Y con esta negociación, con la rendición de Sánchez quieren recuperar ese terreno. ¿Por qué decía que puede suponer una nueva grieta en el separatismo? Porque aunque Junqueras no cumplió ni un 30% de su pena, estuvo en la cárcel. En concreto 3 años y 8 meses. Y el objetivo de Puigdemont, por los mismos hechos, por los mismos delitos no quiere ni pisarla.

Volviendo al acto del PP. Llega a dos días de la investidura de Feijóo, y hoy escucharemos a Aznar, a Rajoy y al actual presidente del partido y candidato recordar lo evidente. Lo primero es que el PP ganó las elecciones. Lo segundo es que Feijóo tiene el encargo del Rey. Y lo tercero. Que hay diputados decentes que aborrecen de los pactos con Bildu y el separatismo catalán. En eso ha venido insistiendo la secretaria general del Partido Popular, Cuca Gamarra.

En las últimas horas se ha venido mirando a PAGE y al PSOE de Castilla-La Mancha. Emiliano García Page es el único socialista que revalidó la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas del 28 de mayo. Y lo hizo distanciándose del sanchismo y con un discurso crítico con los pactos de Sánchez y los separatistas.

Alzó la voz contra los indultos; fue contrario a la derogación del delito de sedición. Y se opuso también al abaratamiento del de malversación.

Lo de la amnistía va a un paso más allá y PAGE en público también sube el tono, pero repetirá estrategia. Palabras que no se traducirán en hechos.

Y lo ha dicho la número dos de su partido en Castilla-La Mancha. Se llama Cristina Maestre. De los 8 diputados nacionales que consiguieron en esta comunidad el 23 de julio, ninguno, ninguno apoyará a Feijóo la próxima semana.

Esto tiene una traducción muy sencilla. Con su voto a Sánchez avalarán la amnistía, que Puigdemont se vaya de rositas, abrirán también la puerta al referéndum y no se olviden de una cuestión, que no es menor. La pasta.

A la gente la puedes engañar con cambios de opinión, con giros tácticos interesados, con todo lo que quieras. Pero cuando lleguen y les digan: perdonamos la deuda que Cataluña mantiene con el Estado. Y no es una cantidad pequeña. Se estima que asciende a 83.000 millones de euros. O incluso, ir más lejos. Y atender a esa petición que hacían esta semana JUNTS y Esquerra y que eleva a 450.000 millones lo que aseguran que debe el Estado a Cataluña.

Entonces, el resto de españoles, también los que votaron al PSOE, no solo en Castilla-La Mancha… en Extremadura, en Andalucía, en Valencia. Donde sea. El resto recibirán menos y tendrán que pagar más. Igual ahí ya no les da tanto igual.

Y ese momento llegará y está sobre la mesa en la negociación que ha abierto Sánchez con los separatistas. Más que negociación, la entrega en un “pedid lo que queráis y se os dará”.

Puigdemont no se corta. Y como se sabe decisivo y es consciente de la debilidad de Sánchez y que le tiene cogido por donde más duele se atreve a todo. Le da igual llamar a España estado fascista.

Lo ha hecho en un vídeo que acompaña con un mensaje en clave chantaje. Que es lo que viene haciendo por otro lado desde que su fugó. Hasta ahora la firmeza del estado de derecho le había mantenido en su sitio. Ahora ve que el coladero es cada vez más amplio. Y dice que la única respuesta que esperan del Estado español es el fin de la represión y la amnistía total. Esto último es literal y dentro siempre del argot, de la terminología indepe.