Un sacerdote ucraniano llega a España por la guerra y tiene una idea que, tres años después, sigue salvando vidas: "40 horas"

Fernando de Haro charla con varios ucranianos que viven en la capital de España, que creen que firmar ahora la paz bajo las condiciones de Putin "no serviría para nada"

Luis Calabor

Madrid - Publicado el

2 min lectura

La guerra de Ucrania sigue dejando huella, incluso a miles de kilómetros de distancia. En España, donde residen más de 200.000 ucranianos, el ambiente entre la comunidad se tiñe de preocupación y desconfianza. A tres años del inicio del conflicto, las recientes negociaciones entre Donald Trump y Vladimir Putin para buscar la paz generan más dudas que esperanzas. En lugares como la parroquia de Santa Teresa de Jesús en Getafe o el centro de co-working Imaguru en Madrid Río, los ucranianos expresan un temor claro: cualquier acuerdo apresurado podría ser solo una tregua temporal.

El padre Andriy Stefanyshyn, quien atiende a cientos de fieles greco-católicos cada domingo en Getafe, conoce bien este sentir. "Si firmamos estas cosas que piden ahora mismo, esperamos 2-3 años y se empieza otra vez", asegura, refiriéndose a las propuestas que dejarían a Putin con el control de territorios ocupados y sin presencia de tropas de la OTAN o Europa en Ucrania. Para él, la historia de 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea tras promesas incumplidas, es un recordatorio vivo. Sus parroquianos, muchos de los cuales llevan años en España, temen que ceder ahora abra la puerta a una nueva invasión.

El padre Andriy ha sido un faro para muchos ucranianos que viven en Madrid

A pesar del pesimismo, la comunidad ucraniana en España no se queda de brazos cruzados. En Getafe, el padre Andriy organiza colectas semanales de alimentos y medicinas que llegan a Ucrania en furgonetas tras 36 horas de viaje. Es un esfuerzo constante por mantener el vínculo con su tierra. Sin embargo, la sensación de que la paz propuesta por Trump y Putin podría ser frágil pesa sobre todos. Como dice el padre Andriy, "si vamos a entender quién es ocupante y quién es ocupado", el futuro podría ser diferente. Por ahora, el miedo a que Putin regrese en dos años sigue latente entre los ucranianos en España.

En Madrid Río, Vasyl, un ucraniano que lleva más de 20 años en España, comparte un pesimismo similar desde el coworking Imaguru, un punto de encuentro para la comunidad. "Siempre estamos de preocupación por nuestro país, por nuestros soldados", dice, mientras recuerda a dos amigos de la infancia fallecidos en el frente. Sobre las negociaciones entre Trump y Putin, su postura es tajante: "Si Putin quiere paz, que retire su tropa militar a su casa". Para Vasyl, culpar a Ucrania, como ha insinuado Trump, invierte la realidad: "Nosotros defendemos. Todo el mundo tiene que saber dónde está blanco y dónde está negro".

Los ucranianos en España viven los acontecimientos en su país con pesimismo

Andrey, fundador de Imaguru y llegado tras el inicio de la guerra con su familia, también ve con recelo las promesas de paz. "No es muy bueno escuchar lo que se está diciendo", comenta, traducido por Vasyl. Su experiencia en Ucrania, donde ya gestionaba un centro similar, le hace desconfiar de las intenciones de Putin. "Cada día es peor", añade, reflejando el desgaste emocional de quienes siguen el conflicto desde lejos, con seres queridos aún en peligro.