DESAPARICIÓN EN 1992

El crimen de Alcàsser: los interrogantes de un triple asesinato que conmocionó a España

En 'La Noche de Adolfo Arjona' recordamos la desaparición en 1992 de Miriam, Toñi y Desiré, cuyos cadáveres aparecieron dos meses después

Carmen Cerbán

Málaga - Publicado el

4 min lectura

El año 1992 dejó grandes noticias para España. Un año que será siempre recordado por el éxito en la organización de los Juegos Olímpicos de Barcelona, por la Expo'92 que se celebró en Sevilla y por la que pasaron 18 millones de personas y porque se inauguró el AVE, con una primera conexión entre Madrid y Sevilla.

Fue el año en que el Fútbol Club Barcelona ganó su primera Copa de Europa y en el que Miguel Induráin ganó por segunda vez el Tour de Francia.. la segunda de sus cinco victorias consecutivas en la ronda gala. Aquellas magníficas noticias que dejó en España el año 1992 se vieron ensombrecidas por un suceso que conmocionó al país: el crimen de las niñas de Alcàsser.

MIRIAM, TOÑI Y DESIRÉ

El 13 de noviembre de 1992 debía ser un día más en el calendario, pero aquella jornada acabaría cambiando la vida de tres familias, las de las jóvenes Miriam, Toñi y Desiré. Como cada fin de semana, las chicas (de catorce y quince años, vecinas del municipio valenciano de Alcàsser) se arreglaron para salir a bailar. Su destino estaba en un pueblo cercano, en Picasent, donde habían planeado acudir a la discoteca Coolor. El camino era largo para recorrerlo a pie, así que decidieron hacer autostop, algo habitual entre los jóvenes de la zona.

Nunca llegaron a la discoteca y en casa las esperaron durante horas, pero nunca aparecieron. La fuga voluntaria de las chicas no era una opción, ya que se habían marchado con lo puesto. Así que no tardó en tomar fuerza la hipótesis del secuestro.

Las autoridades recibían informaciones muy confusas, no había ni una pista fiable sobre el paradero de las chicas. Las calles de Alcàsser y de los pueblos vecinos se llenaron de carteles con el rostro de Miriam, Toñi y Desiré. La policía siguió pistas en distintos puntos de España hasta que dos meses después de la desaparición, el 27 de enero de 1993, la noticia dejaba sin aliento a España: un apicultor había encontrado los cadáveres de las tres chicas, semienterrados, junto al pantano de Tous.

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TORTURAS Y VEJACIONES SEXUALES

Los cuerpos, envueltos en una enorme alfombra, se encontraban en un avanzado estado de descomposición. Aún así, eran evidentes los signos de las torturas y todo tipo de vejaciones sexuales a las que habían sido sometidas.

A una de ellas le arrancaron un trozo del pecho, les habían seccionado la cabeza, tenían hematomas por todo el cuerpo, mortales heridas de bala, extremidades fracturadas... La autopsia confirmó que fueron maniatadas antes de morir, que les faltaban algunos dientes, quizá arrancados o desprendidos por la putrefacción.

DOS SOSPECHOSOS Y UN SOLO DETENIDO

Dos sospechosos fueron puestos en el punto de mira: Miguel Ricart y Antonio Anglés. El primero fue detenido y juzgado. Fue condenado a 170 años de prisión, aunque la derogación de la doctrina Parot lo puso en la calle en 2013, tras 21 años entre rejas.

Antonio Anglés, tras ser localizado, logró huir. La versión más extendida, aunque ampliamente cuestionada, es que murió ahogado tras embarcarse como polizón en un barco que zarpó desde el puerto de Lisboa. Hoy, 29 años después, quedan demasiados interrogantes sin respuesta sobre el crimen de las niñas de Alcàsser.

LA FUGA DE ANTONIO ANGLÉS

El criminólogo, investigador privado y jefe de seguridad Enrique Vega cuenta en 'La Noche de Adolfo Arjona' que, durante el levantamiento de los cadáveres, se encontró un volante médico a nombre de Enrique Anglés, “un conocido delincuente de la zona que sufría una discapacidad intelectual”. Durante el interrogatorio en su domicilio llegó Miguel Ricart, al que identificaron como “compañero de fechorías de Antonio Anglés, y se lo llevaron en calidad de testigo”. Su declaración estuvo cargada de contradicciones y acabó detenido porque, además, “su coche coincidía con la descripción que habían dado los testigos”.

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“Al día siguiente confesó su participación aunque, según él, solo en el secuestro y como esspectador”, según Vega. Además, la Guardia Civil comprobó que el volante médico a nombre de Enrique fue expedido en realidad a Antonio Anglés, que había suplantado su identidad en el hospital. “Enrique fue puesto en libertad y se inició la búsqueda de Antonio”, detalla el investigador de cabecera de 'La Noche de Adolfo Arjona'.

MIGUEL RICART, AL BANQUILLO

El juez Bernardo Pinazo recuerda que el juicio, celebrado en la Audiencia Provincial de Valencia, se prolongó 49 sesiones. “La principal estrategia del único inculpado en el crimen -ya que Anglés huyó- estuvo clara desde el primer momento de la sesión: mantener a capa y espada que sus declaraciones ante la Guardia Civil le fueron arrancadas bajo tortura o presión psicológica”, según Pinazo que añade que “Ricart no reconoció los hechos”, aunque fue finalmente condenado.

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