LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

Diecinueve años después de que 'El solitario' matara a dos agentes de la Guardia Civil: "Era un estrambótico"

Ocultaba su rostro bajo unas gafas de sol y una barba postiza. Era rápido y atemorizaba a sus víctimas para que no pudieran reaccionar.

Mónica García

Málaga - Publicado el - Actualizado

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Durante catorce años, Jaime Giménez Arbe, atracó casi cuarenta bancos sin la ayuda de ningún cómplice. Aquello le supuso el sobre nombre de ‘El solitario’. Su historia de delincuencia había comenzado mucho antes, aunque fue durante la década de los noventa y los años dos mil cuando ‘El solitario’ se convirtió en el enemigo público número uno en España.

Cuando están a punto de cumplirse diecinueve años del asesinato a tiros de dos agentes de la Guardia Civil a manos de este atracador (ocurrió el 8 de junio de 2004), ‘La Noche de Adolfo Arjona’ recuerda su historia con la ayuda del escritor Lorenzo Silva, coautor del libro “El Solitario. El caso del criminal que mantuvo a España en vilo”.

ENTRE LA FASCINACIÓN Y EL DESENCANTO

Nos fijamos en este personaje porque nos llamó la atención que era alguien singular, porque despertaba una inusitada atención y fascinación por la forma en la que operaba sus atracos”, asegura Lorenzo Silva en los micrófonos de COPE.

SU TRAYECTORIA

A Giménez Arbe se le atribuyen casi cuarenta atracos en quince años. El primero tuvo lugar el 18 de enero de 1993 en Valencia; el último, el 23 de julio de 2007 en Portugal. Giménez Arbe lleva a sus espaldas 3 muertes: directamente la de una pareja de la Guardia Civil a la que disparó y mató en Navarra; indirectamente la de un agente de la Policía que falleció como resultado de un cruce de disparos entre el atracador y los agentes.

EL DISFRAZ QUE USABA

Los que lo conocían aseguran que era agresivo desde niño, que mantenía fuertes discusiones con su exmujer, que no se le conocía empleo y que cultivaba en casa plantas de marihuana. En sus atracos, Jaime Giménez Arbe, ‘El solitario’ solía esconder su identidad bajo una peluca, una barba y un bigote… y se protegía con un chaleco antibalas.

MODUS OPERANDI

El modus operandi de ‘El solitario’ siempre era el mismo. Estudiaba durante semanas la sucursal a atracar, diseñaba un plan durante meses y, después, actuaba parapetado en la apariencia de un señor impecable. “Buscaba sucursales pequeñas, en pueblos, con pocos empleados. Actuaba con bastante rapidez y disparaba si hacía falta, de hecho, algún trabajador terminó con una bala en la pierna en más de una ocasión. En el fondo, Giménez Arbe tuvo suerte”, sentencia Lorenzo Silva.

Según el escritor, “realmente cuando abatió a dos agentes de la Guardia Civil firmó su sentencia de muerte porque la Benemérita puso sobre la mesa todos los medios para identificarlo y detenerlo”.

EL ÚLTIMO ATRACO

El modus operandi de ‘El solitario’ le funcionó hasta el atraco número treinta y siete que pretendía cometer al norte de Portugal. Aquella vez le esperaba la policía lusa y la española. “Lo detuvieron de forma muy humillante para él. Cuando llegó a la sucursal ya lo estaban esperando los agentes”, recuerda Silva.

“En el fondo, fue una decepción su detención porque, lejos del hombre frío e infalible que todos habíamos imaginado durante años, resultó ser un hombre tosco, estrambótico, e incluso me atrevería a decir, un poco chiripitiflaútico”, resume Lorenzo Silva durante su conversación con Adolfo Arjona.

SUS PLANES EN BRASIL

‘El solitario’ había planeado que sería el último asalto, después viajaría a Brasil donde le esperaba su novia. Sin embargo, aquel viaje nunca llegó. Fue detenido y condenado a 107 años de cárcel que sigue cumpliendo.