LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

'El estrangulador de Viena': las estrangulaba con sus propias medias, después de apalearlas y apuñalarlas

Jack Unterweger era una figura pública, un famoso escritor y conferenciante pero en su interior palpitaba un monstruo sediento de sangre que seguía matando.

Redacción COPE Málaga

Málaga - Publicado el

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Pocas veces ha existido un pánico tan generalizado entre la población austríaca, como el que asoló a las mujeres, y principalmente a las prostitutas, a principios de la década de los 90.

Una bestia andaba suelta… un asesino sin escrúpulos que quitaba la vida a sus víctimas, usando siempre el mismo modus operandi: las estrangulaba con sus propias medias, después de apalearlas y apuñalarlas. Luego, sin preocuparse por robar las joyas que llevaban encima, las abandonaba a las afueras, en zonas de bosque, cubriéndolas parcialmente con hojas y ramas.

A pesar de que las autoridades estaban convencidas de que se trataba de asesinatos aislados, los medios de comunicación creían estar ante la presencia de un psicokiller, al que apodaron “el estrangulador de Viena”.

Como si se tratara de niños inocentes, la sociedad no se percató de una posibilidad cargada de lógica: el culpable podía ser un ex presidiario condenado en su momento a cadena perpetua, por el asesinato de varias prostitutas, pero que, sorprendentemente, fue puesto en libertad en 1990, por mostrar un aparente deseo de rehabilitación.

Jack Unterweger era ahora una figura pública, un famoso escritor y conferenciante… pero en su interior palpitaba un monstruo sediento de sangre que seguía matando.

Aunque apoyado inicialmente por políticos e intelectuales, finalmente las pruebas cayeron a plomo sobre él, siendo condenado, una vez más, a cadena perpetua, por los asesinatos de otras 11 prostitutas.

La misma noche en que se leyó la sentencia, el 29 de junio de 1994, Jack se ahorcó en su celda usando los cordones de sus zapatos.

Jack Unterweger, Miami, USA

Mandatory Credit: Photo by Bill Cooke/AP/Shutterstock (6556505a)

EL PERFIL

Para conocer el perfil de este asesino en serie austríaco, de Jack Unterweger hemos invitado a La Noche de Adolfo Arjona a Ana Luz Cuervo García, profesora del grado en Criminología y miembro del grupo de investigación ‘SICRÍM: Psicología y Criminología’ de la Universidad Internacional de La Rioja

Cometió su primer asesinato en 1974... pocos días después cometió el segundo y acabó condenado a cadena perpetua en 1976.

Era un hombre analfabeto que aprovechó la cárcel para aprender, editó una revista y un periódico que se distribuía en la prisión y comenzó a escribir relatos, poemas, obras de teatro... incluso una autobiografía, "Purgatorio". 'La autobiografía tuvo gran repercusión en Austria e incluso se llevó al cine' cuenta Ana Cuervo; 'consiguió convertirse en un celebridad en el mundo literario e intelectual de Viena'

En su autobiografía, Jack Unterweger realizaba algunas confesiones sobre los asesinatos que le habían llevado a prisión. Se generó todo un movimiento a favor del asesino y tuvo consecuencias.

El libro se vendió muy bien en Austria. Muchos consideraban al asesino una víctima de las circunstancias de su vida e, incluso, iniciaron campañas para solicitar su libertad. Él estaba encantado... y aceptaba entrevistas de todo tipo. Hubo una especie de movimiento incluso de intelectuales y artistas, que lo defendían

La presión de la sociedad, de la prensa, e incluso de algunos políticos, provocó que Jack fuera puesto en libertad después de permanecer quince años en la cárcel.que se había rehabilitado gracias al arte. 'Se convirtió en un personaje muy conocido que trabajaba en medios de comunicación como tertuliano, se convirtio en periodista, hacía recitales de poesía, t fue muy rico, famoso y muy popular en aquuella época' relata Ana.

Jack Unterweger: un hombre de oscuro pasado... un hombre famoso y rico, rodeado de lujos, un hombre que se convirtió en un imán para las mujeres. Pero aquel pasado tan oscuro no se había marchado del todo... 'A los cuatro meses de ser puesto en libertad vovió a matar' dice la criminóloga; 'cometió once asesinatos en dos años, no solo en Austria, también en Praga, en Los Ángeles donde fue a cubrir un trabajo como periodista, frecuentaba prostitutas donde iba y ellas se convertían en víctimas'

Comenzaron a aparecer cadáveres de mujeres, casi siempre prostitutas, asfixiadas... El terror se extendió por Austria porque un asesino en serie andaba suelto. Una teoría, la del asesino en serie, que defendían los medios de comunicación, frente a la tesis policial de que se trataba de casos aislados. Unterweger ejerció como reportero para algunos periódicos, cubriendo estos asesinatos.

Fue un investigador retirado, llamado August Schenner, que dijo sospechar de la identidad del asesino.dijo que el modus operandi del criminal le recordaba al de un asesino que él mismo hizo encarcelar cuando trabajaba para el Departamento de Investigación Criminal de Salzburgo algunos años antes. Un asesino que finalmente quedó libre y que se había convertido en una especie de ídolo de masas. O sea, Jack Unterweger.

Jack Unterweger fue interrogado por la Policía... y no confesó... y tampoco pudieron presentar pruebas contundentes contra él. 'Se encontró en las escenas de los crímenes restos de lana roja y de piel de una chaqueta, tanto la chaqueta como una bufanda de lana roja, fueron encontrados en la casa de Unterweger y además controlaron los movimientos de su cuenta bancaria, dandose cuenta de que había estado en los sitios de los asesinatos en las mismas fechas' cuenta Ana.

En mayo de 1992, el asesino fue extraditado de Estados Unidos a Austria. Desde la cárcel, mientras esperaba el juicio, concedió entrevistas en las que decía: “¿Sería tan estúpido y loco para que, durante la mejor etapa de mi vida, en la que escribo en varios medios… hago obras de teatro… actúo… hago giras y tengo muchas amigas maravillosas, me pusiera a matar a alguien cada semana?”.

Jack Unterweger fue condenado a cadena perpetua por segunda vez, por el asesinato de once mujeres. Se cumplen 29 años de esa segunda sentencia. Aquella noche, el 29 de junio de 1994, en su celda, el asesino se quitó los cordones de los zapatos, los anudó a los barrotes de una ventana, y se ahorcó.