LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

Huellas dactilares: el rastro invisible que nos hace únicos

Desde antes de nacer, nuestras huellas dactilares comienzan a formarse, convirtiéndonos en seres únicos e irrepetibles. En un apasionante monográfico de ‘La Noche de Adolfo Arjona’, hemos explorado los misterios de las huellas dactilares, desde su origen en el útero materno hasta su impacto en la criminología y la biotecnología del futuro

Mónica García

Málaga - Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

Las huellas dactilares son mucho más que simples marcas en nuestra piel. Estas estructuras, conocidas científicamente como dermatoglifos, comienzan a formarse en el útero materno entre las semanas 10 y 19 de gestación. Su desarrollo responde a un complejo proceso biológico que combina factores genéticos y ambientales, garantizando que incluso los gemelos idénticos tengan huellas distintas.

En los micrófonos de COPE, Adolfo Arjona charla con distintos expertos que nos descubren cosas fascinantes. Uno de ellos es Javier López Ríos, investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, quien nos explica que las huellas dactilares se empiezan a formar “cuando estamos en nuestra etapa fetal, alrededor de la semana 10 de embarazo, y más o menos están terminadas en las semanas 18 o 19”. Además, López Ríos describe cómo la formación de estos patrones “se asemeja a las rayas de una cebra o las manchas de una jirafa”, siendo el resultado de mecanismos moleculares que generan configuraciones únicas en cada individuo. “Es como si tres granjeros comenzaran a labrar en diferentes puntos, generando colisiones que resultan en patrones irrepetibles”, añade durante la conversación.

La evolución y utilidad de las huellas dactilares

Descubrimos también cómo la evolución dotó a nuestras manos y pies de estas crestas para mejorar el agarre y la sensibilidad, ventajas cruciales para la supervivencia de nuestros ancestros. “La piel gruesa y sin pelos en estas zonas permite lidiar con la fricción, pero las crestas ofrecen agarre y sensibilidad”, afirma el investigador, quien también menciona que animales como chimpancés y koalas comparten esta característica.

Juan Vucetich y el origen de la dactiloscopía

En el ámbito histórico, recordamos la figura de Juan Vucetich, pionero en el sistema de identificación de personas por huellas dactilares. Su método revolucionó la criminología en el siglo XIX y se consolidó con el caso de Francisca Rojas en 1892, considerada la primera persona condenada gracias a esta tecnología. Y es que Francisca Rojas, después de matar a sus dos hijos pequeños, intentó inculpar a un vecino. Fue una huella dactilar encontrada en la escena del crimen la que determinó que ella había sido la asesina.

La investigación criminal y las huellas dactilares

Pero, ¿cómo funciona el registro de huellas dactilares? El experto en criminalística, Vicente Lago, nos ha ayudado a entenderlo. “Se comienza con una inspección ocular de la escena del crimen, utilizando reveladores mecánicos o químicos, dependiendo de la superficie”. Después las huellas se cotejan en sistemas como el SAID: “Si el presunto culpable tiene antecedentes, el sistema lo identificará; de lo contrario, las huellas se almacenan para futuras investigaciones”. Para Lago no existe duda sobre la fiabilidad de este método: “Son 100% únicas y hasta ahora no se han encontrado dos personas con huellas iguales, ni siquiera en gemelos univitelinos”.

Alterar las huellas: un reto casi imposible

Durante el programa, Adolfo Arjona también aborda cómo algunos delincuentes intentan alterar sus huellas. “Aunque es posible con cortes profundos o abrasivos, el dolor y la dificultad de lograrlo hacen que sean casos aislados”, afirma Vicente Lago.

      
             
      

El misterio de la huella perdida en el caso Kennedy

Huellas dactilares: El rastro invisible que nos hace únicos

Durante el programa también se aborda un caso icónico de huellas dactilares que, paradójicamente, nunca llegó a resolver nada. En el asesinato de John F. Kennedy en 1963, el FBI perdió las huellas encontradas en el fusil utilizado por Lee Harvey Oswald, presunto autor del crimen. Carlos Toro, experto en defensa, explica en ‘La Noche de Adolfo Arjona’: “Aunque estas huellas estaban identificadas como las de Oswald, su pérdida supuso un fallo grave en la cadena de custodia y alimentó las teorías conspirativas que rodean este magnicidio”. Sin embargo, Toro subraya que “lo relevante no es la pérdida de las huellas, sino la duda sobre si hubo un segundo tirador o una conspiración detrás del crimen”. Este caso, considerado el magnicidio más famoso de la historia, sigue siendo un ejemplo de cómo una evidencia mal gestionada puede abrir puertas a la especulación.

El iris: otro camino hacia la identificación única

Para cerrar el monográfico, hemos girado la atención hacia otra característica única del ser humano: el iris. Antonio Moreno, reconocido oftalmólogo, afirma que el iris es una membrana dentro del ojo que, además de controlar la cantidad de luz que entra, posee patrones únicos en cada persona, incluso entre los ojos de un mismo individuo. El doctor Moreno destaca que, aunque los patrones del iris permanecen estables en el tiempo, ciertas enfermedades o intervenciones láser pueden alterarlos ligeramente.

En los últimos años, el escaneo de iris ha ganado popularidad como método biométrico. Sin embargo, Antonio Moreno advierte sobre sus riesgos: “Aunque existen tecnologías que permiten cambiar el color del iris mediante láser, no están aprobadas en España debido a sus efectos secundarios”. Por otro lado, Iván González, abogado experto en tecnologías, ha alertado en los micrófonos de COPE sobre la cesión de este tipo de datos: “El iris es un dato biométrico que te acompaña toda la vida, y un mal uso puede derivar en riesgos de privacidad”. En España, la recopilación de iris por parte de empresas privadas ha sido suspendida por la Agencia Española de Protección de Datos, evidenciando las preocupaciones sobre su uso.

      
             
      

Huellas dactilares: El rastro invisible que nos hace únicos

Conclusión

Las huellas dactilares y el iris son mucho más que simples herramientas de identificación. Estos rasgos únicos, formados por procesos evolutivos y biológicos, guardan claves esenciales sobre nuestra identidad y nos conectan con nuestra historia como especie. A lo largo del especial de ‘La Noche de Adolfo Arjona’, hemos recorrido un fascinante viaje desde el útero materno, donde las huellas comienzan a trazarse, hasta los escenarios más modernos de la criminología y la biometría.