LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

La verdad sobre lo que ocurrió durante los fatídicos ocho minutos del terremoto de Lisboa

El 1 de noviembre de 1.755, la ciudad quedó en ruinas. Esta gran catástrofe natural de 8,5 grados en la escala Ritcher derribó el 80% de las viviendas y acabó con miles de vidas

00:00

La verdad sobre lo que ocurrió durante los fatídicos ocho minutos del terremoto de Lisboa

Yolanda Guirado

Sevilla - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El 1 de noviembre de 1.755 fue un día negro para Lisboa. La ciudad estaba de fiesta porque los lisboetas celebraban el Día de Todos los Santos. A primera hora de la mañana, muchos asistían a misa, mientras otros seguían en sus casas preparándose para la gran festividad. Nada hacía presagiar lo que iba a suceder. En "La Noche de Adolfo Arjona" desvelamos las horas más angustiosas del gran terremoto de Lisboa.

Según las crónicas de la época, unos minutos antes de las 9.30 de la mañana ocurría algo inesperado. De pronto, un rugido parecía salir de las entrañas de la tierra y en solo unos minutos el suelo empezó a resquebrajarse. Los lisboetas, horrorizados, contemplaron cómo grietas de hasta cinco metros engullían la ciudad. Según los científicos, el terremoto alcanzó al menos los 8,5 grados en la escala de Richter.

LISBOA, CONVERTIDA EN UN GRITO

Tres siglos después, los informes confirman que el gran terremoto de Lisboa duró ocho minutos, un tiempo que los expertos consideran excesivo para un fenómeno como este. Fueron los ocho minutos que cambiaron la historia de la ciudad para siempre. Ocho minutos de angustia, desesperación y terror para los lisboetas, que gritaban e intentaban huir despavoridos mientras la tierra se los tragaba.

En esos ocho minutos, el 80% de las casas quedaron destruídas, noventa conventos en ruinas y más de cuarenta iglesias derruídas. El terremoto también acabó con monumentos como el Teatro de la Ópera, el Palacio o la Biblioteca Real, donde se exponían pinturas de artistas tan relevantes como Tiziano o Rubens. Todo quedó reducido a la nada.

LAS AGUAS DEL TAJO SE ABREN

Los desaparecidos empezaron a contarse por miles y los muertos quedaron enterrados bajo los escombros. Los supervivientes huyeron hacia el puerto porque pensaban que allí podían estar a salvo. Sin embargo, el terremoto provocó un gran tsunami.

En cuestión de segundos, una imagen surrealista apareció ante los ojos de los lisboetas. El agua del estuario del río Tajo empezó a abrirse hacia el mar. Las olas de hasta veinte metros cubrieron la parte baja de la ciudad. Miles de personas murieron ahogadas.

Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Sandra Laguna S (@sandrals26)

EL FUEGO DE LOS CANDILES

Aún no había terminado la pesadilla para los lisboetas. Ante el terremoto y debido al viento, las velas y lámparas de aceite encendidas por la festividad de Todos Los Santos provocaron incendios que se extendieron por toda la ciudad. Durante varios días, Lisboa ardió en llamas y el fuego acabó con lo poco que quedaba de la antigua ciudad imperial.

El terremoto originó un tsunami y un devastador incendio

Según los historiadores, hasta unas 90.000 personas habrían perdido la vida en esos ocho minutos. La catástrofe no afectó a la Familia Real portuguesa porque había decidido pasar la fiesta en el campo a petición de una de las hijas del rey. Cuando José I y su familia regresaron a la ciudad, solo encontraron destrucción y dolor. Ante la enorme cantidad de fallecidos, los cuerpos tuvieron que ser arrojados al mar para evitar epidemias.

SOLO ELLOS SABÍAN QUE OCURRIRÍA

Previamente a esos trágicos e interminables ocho minutos, ocurrió un fenómeno hasta ese momento inexplicable. Unos días antes, muchos animales abandonaron la ciudad.

Según un reciente estudio del Instituto Max Plank, los animales pueden prever los terremotos con horas de antelación, y detalla que los perros, vacas y ovejas son los más sensibles a esta percepción, por lo que habitualmente se sienten inquietos antes de que se desate este fenómeno.

LAS CASUALIDADES, ¿EXISTEN?

El gran terremoto de Lisboa de 1.755 es según los expertos, una de las grandes catástrofes naturales de la historia y ha sido calificado como el primer gran desastre moderno. Los historiadores coinciden en que lamentablemente se unieron una serie de factores que desembocaron en una enorme catástrofe jamás vivida hasta entonces. Solo en unas horas, los lisboetas vivieron un terremoto, un maremoto y un incendio que azotó toda la ciudad.

Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Penguin Libros (@megustaleer)

Los estudios coinciden en que la potencia del terremoto fue de tal magnitud que llegó a países tan lejanos como Brasil. Unas ocho horas después, se generó una agitación en las aguas del Caribe como consecuencia del terremoto, mientras que países como Italia o Marruecos también sufrieron las consecuencias.

JORNADA NEGRA EN ESPAÑA

El fenómeno se sintió en España. Según los expertos, eran las once de la mañana cuando el mar invadió Cádiz hasta en tres ocasiones. El balance fue devastador, desaparecieron unas quinientas personas y otras cientos murieron como impacto directo de la entrada del agua. En Ayamonte (Huelva) fallecieron más de mil a causa del terremoto.

El terremoto fue de tal magnitud que generó numerosas réplicas a lo largo de varios años. Según los primeros informes, la tierra tembló doscientas cincuenta veces en los meses posteriores al terremoto principal. Y durante 1.756, el temblor se contabilizó más de seiscientas veces.

Era el recuerdo de aquel 1 de noviembre en el que una ciudad quedó bajo tierra en solo ocho minutos. Los ocho minutos más largos, desgarradores y despiadados de la historia de Lisboa.

También te podría interesar:

El misterioso viaje que hizo Colón antes del descubrimiento de América que puede dar un vuelco a la Historia

La extraña presencia que se manifiesta en la Universidad de Córdoba y que inquieta a alumnos y profesores

Herrera en COPE

Herrera en COPE

Con Carlos Herrera

Lunes a viernes de 06:00h a 13:00h

Programas

Último boletín

11:00H | 15 NOV 2024 | BOLETÍN