LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

El día que Muhammed Alí mató a Cassius Clay: "Estaba seguro de que lo haría"

En "La Noche de Adolfo Arjona" descubrimos al hombre que había detrás de esta gran leyenda

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El día que Muhammed Alí mató a Cassius Clay: "Estaba seguro de que lo haría"

Yolanda Guirado

Sevilla - Publicado el

3 min lectura

No fue solo una leyenda del boxeo. No fue solo un peso pesado que se movía como una pluma y picaba como una abeja. Sí. Muhammed Alí dio grandes momentos dentro del ring. Pero fuera del cuadrilátero fue un símbolo contra el racismo. Uno de los epidosios que marcó su defensa por la igualdad racial llegó el día despus de ganar el primer título mundial.

Muhammed Alí

Como le ha contado Javier Ugarte a Adolfo Arjona, Cassius Clay fue un personaje irrepetible y único. Desde luego, nada hacía presagiar que aquel niño que se enfadó muchísimo cuando le robaron la bicicleta que le había regalado su padre, se convertiría en triple campeón del mundo de pesos pesados.

UN 25 DE FEBRERO QUE LO CAMBIÓ TODO

Aunque tal vez sí. Tal vez aquel agente de la policía que gestionó la denuncia y le dijo que aprendiera a boxear, pudo ver en él su gran potencial. No en vano, aquel policía se llamaba Joe Martin y se convirtiría en su tutor. Detalle a tener en cuenta para los que no creen en las casualidades.

Pero si hay un día que marcó no solo la carrera, si no la vida del Cassius Clay, fue el 25 de febrero de 1964. Ese día, el americano decide enterrar para siempre a Cassius Clay. Pero, ¿Cómo terminó Muhammed Alí con su pasado?

Tenía solo veintidos años cuando se alzó con el título mundial de pesos pesados en Miami. Pero ya tenía claro lo que quería ser en la vida. O mejor, lo que no quería ser.

MUHAMMED ALÍ: EL BOXEADOR QUE NO QUERÍA SER DIFERENTE

Muhammed Alí no quería ser un esclavo como lo fueron sus abuelos. Tampoco quería que lo trataran diferente por ser negro. Había crecido en un mundo marcado por la segregación y quería una vida diferente. Igual a la del resto. Paradojas de la vida. De su vida. Por eso se cambió el nombre. Para él, el que habían elegido sus padres era un símbolo de esclavitud.

El ganador en los Juegos Olímpicos celebrados en Roma en 1960 se convirtió al Islam y defendió los derechos de los negros. Y solo siete años más tarde, el ejército de Estados Unidos lo llamó a filas para que luchara en la guerra de Vietnam. El castigo al que se exponía por desobedecer a su país eran cinco años de cárcel y una multa de 10.000 dólares.

SU GRAN BATALLA

La respuesta de Muhammed Alí sorprendió a su país. Se negó y zanjó el asunto diciendo: “Ningún vietcong me ha llamado nigger”. Unas palabras que estuvieron a punto de costarle su carrera. De hecho, le arrebataron el título de campeón y la licencia para boxear.

Pero Muhammed Alí quería regresar. Y lo hizo. Siguió dando noches de gloria al boxeo. Hasya que en 1984 le diagnosticaron una dura enfermedad: padecía Parkinson. Murió como vivió: valiente, con los guantes puestos. Mientras, el mundo asistía incrédulo a la despedida de la leyenda, de aquel peso pesado que flotaba en el ring. Quién diría que medía un metro noventa, o que pesaba más de noventa kilos.

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