'La Noche de COPE' cuenta cómo es trabajar 24 horas en una cárcel española
En 'La Noche de COPE', con Adolfo Arjona, te hemos contado cómo es trabajar un día en la cárcel.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Qué se hace dentro de prisión, con qué horarios, a qué huele, qué sienten los funcionarios de prisiones, cómo es su vida cuando vuelven a casa, cuáles son sus miedos, qué herramientas les protegen…
Un día en la cárcel que comenzaba con la sirena de la mañana, la que marca que todos los internos están en sus celdas y que se inicia un nuevo día en el que los presos deberán hacer sus camas e ir al comedor.
Aunque, para los funcionarios de prisiones, la jornada comienza un poco antes. “Nuestra jornada laboral empieza de una manera más tranquila en los últimos años. Antes, había que mirar bajo el coche previamente a salir hacia el trabajo; se iba con mucha precaución. Ahora somos objetos de otras bandas, pero no es tal la presión. Podemos ir en un autobús que nos lleva a la prisión, o en nuestro propio coche. Además, entre algunas de estas precauciones, está la de no llevar el uniforme cuando vamos por la calle”, explicaba Enrique Rodrigo, funcionario de prisiones en destinos como Zuera (Zaragoza), Herrera de la Mancha y Aranjuez.
Otra de las funcionarias de prisiones que ha pasado por La Noche de COPE, Elena Getino, contaba que “si no suena la alarma de la mañana, es que tenemos un problema. Algún caso de sobredosis, intento de fuga…”. Getino es funcionaria de prisiones en Albocasser (Castellón), León, Las Palmas y Málaga.
La muerte es un factor que siempre está presente en la vida en la cárcel. El pensamiento de más de un preso, la amenaza a los funcionarios. Además, “es algo que por mera probabilidad te toca contemplar de cerca, al menos, una vez en tu carrera profesional”, añadía José Manuel Caro, funcionario de prisiones en Algeciras, Morón de la Frontera, Murcia y Málaga.
Pero también la vida, que pasa más lenta dentro de esas paredes. En La Noche, otro funcionario de prisiones, Manuel Galisteo Manuel Galisteo, (ha trabajado en destinos como Algeciras, Ibiza y Málaga) ha explicado que “las celdas tienen ventana y aseo pero hay que diferenciar entre las tipo, que sí tienen aseo, y las antiguas, que no. Además, cuentan con una repisa de hormigón y una litera de dos camas. Aunque la ley dice que debería ser un preso por celda”. Sobre el olor de las celdas, el propio Galisteo lo ha calificado como “algo indescriptible, pero muy característico, además de poco agradable”.
Un olor que también es muy característico en el comedor. “A un lado del cristal unos internos sirven la comida a otros. Después, se marchan a comer a sus mesas, que marcará el estatus de cada preso”, contaba Enrique Rodrigo.
“Nuestro trabajo es la observación, mirar cualquier anomalía que nos haga presagiar que puede ocurrir cualquier incidente. Una tarea que se hace mucho más intensa durante las comidas, porque los presos vienen de haber estado pensando durante su tiempo libre, y se respira la tensión”, detallaba Elena Getino. Además, Getino, explicaba que “me pongo con la espalda contra la pared, por si acaso. Hay que tener mucho cuidado con los internos, sobre todo con los medicados psiquiátricamente. Debemos hacernos cargo de un número muy elevado de presos. Faltan medios y personal”.
Una realidad que traspasa también al ámbito privado y a su vida personal. Manuel Galisteo, por ejemplo, contaba en los micrófonos de ‘La Noche de COPE’, que “quien no siente miedo siendo funcionario de prisiones, simplemente está loco”. Además, añadía que “cuando salgo del centro penitenciario, trato de no hablar del trabajo, sino sería imposible aguantar trabajando allí. Necesito evadirme”.
Otros, como Enrique Rodrigo, contaban que siente miedo cuando van por la calle con su familia, por la “posible amenaza de que un ex recluso pueda reconocerlo y hacerle daño a ellos”.
Por su parte, Elena Getino, acababan el programa concluyendo que “cuando llego a casa, me ducho y me siento con mis hijas hasta que se duermen”. Ésa es la manera de sensibilizarse y volver a la vida real de los funcionarios de prisiones. Un trabajo en constante tensión, en permanente señal de alerta. El día a día con aquellos delincuentes y criminales que, aunque no estén en la calle, siguen siendo potencialmente peligrosos.