El palentino que levantó un obelisco de 45 metros en honor a su difunta esposa

Un monumento que simboliza el cariño y el afecto que Eutimio le tenía, y que rememora cada momento vivido por la pareja.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Si conduces por la provincia de Palencia, en las cercanías del Valle del Carrión, y llegas hasta el pequeño pueblo de Pino del Río, no te sorprendas si ves un obelisco de 45 metros de altura. Se trata de un monumento enorme, colosal, levantado por amor. Sí, por amor. Lo mandó construir Eutimio Montero, un hombre viudo que ahora tiene 82 años, debido al profundo amor que le profesaba a su difunta esposa, Concha. Un monumento que simboliza el cariño y el afecto que Eutimio le tenía, y que rememora cada momento vivido por la pareja en aquel bello paraje.

“Cuando murió mi esposa, me quedé muy afectado. Me daba igual vivir que morir. Me iba a la cama y le daba vueltas a la cabeza todas las noches. Me preguntaba cómo se había podido ir… Entonces, pensé en hacerle un homenaje”, explicaba Eutimio Montero en La Noche de COPE. Además, el enamorado marido comprobó y revisó ‘in situ’ cómo se construyeron el obelisco y la estatua que le ha dedicado a su mujer.

“La estatua es de mármol. Es preciosa. Para que saliera bien, yo le di muchas fotografías al escultor, y la verdad es que salió fenomenal. Es una estatua a tamaño real. Se sitúa en la cara sur del obelisco”, detallaba Eutimio.

Un matrimonio que estuvo junto prácticamente durante toda la vida que disfrutó Concha, y que Eutimio Montero, el marido, recordaba así. “Estuvimos juntos en todo momento. Pinar del Río es un pueblo muy pequeño, nos veíamos todo el tiempo. Después nos casamos y nos marchamos a Barcelona, pero nunca olvidamos el pueblo. Así que cuando ella murió, decidimos llevarla al lugar donde nació”.

Esta estatua y este obelisco no podían estar en otro lugar que en su pueblo de toda la vida, en el que están muy contentos con la obra de Eutimio Montero, porque hace que vayan algunos visitantes a un pueblo que sufre, como tantos otros, de despoblación. “Cuando voy allí, estoy encantado. Me encanta ponerme al lado del obelisco, parece que estoy con ella. No es lo mismo, pero a mí me recuerda mucho a Concha. El obelisco y la estatua me han ayudado a salir de la tristeza. Mi mujer debe verlo todo y comprobar que la sigo queriendo igual, aunque no esté”.

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