La historia de Irene: la joven que dejó la farmacia para dedicarse al campo como sus antepasados
Su familia siempre se ha dedicado al cultivo del almendro y todo se iba a perder
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Llegan sus 18 años y como muchos jóvenes con esa edad...Irene decide estudiar una carrera. Farmacia es su elección. Es lo que más le atrae en ese momento y de hecho consigue un trabajo como farmacéutica nada más terminar la universidad. Todo va bien, pero con 26 años una idea empieza a rondar la cabeza: ¿qué pasaría si cambia por completo el rumbo de su vida?, ¿si deja la farmacia y se lanza a cumplir el sueño que tenía de niña?
Llega un momento en el que Irene se da cuenta de que nadie va a continuar con el trabajo de sus abuelos. Su familia siempre se ha dedicado al cultivo del almendro y todo se iba a perder. Es lo que está ocurriendo en profesiones como la agricultura, no hay relevo generacional. Desde fuera puede sorprender que una mujer tan joven decida dejar la ciudad para irse al campo. Pero Irene desde pequeña ya decía que quería ser almendrera. Hay niños que quieren ser bomberos, médicos o cantantes y luego está Irene que quería ser lo mismo que sus abuelos.
Qué importante es el apoyo de la familia y los amigos a la hora de tomar ciertas decisiones. Pero no todo es tan bonito: el campo es duro. Muy duro. Se trabaja al aire libre. En invierno hace mucho frío y en verano mucho calor. Hay heladas y lluvias que arruinan cosechas. De hecho, a Irene este año se le ha helado gran parte de la cosecha de almendras. Y eso era su fuente principal de ingresos.
Irene asegura que muchas veces no salen las cuentas. Es que hay años buenos y años no tan buenos. Tienes que tener mucha vocación. Eso sí, Irene, tres años después de dar el paso, sigue feliz.
Para ser rentable, Irene está trabajando muy duro. Además de los almendros que le dejaron sus abuelos, ella ha ampliado la plantación y también se ha puesto a cultivar trigo, cebada y brócoli. ¿Quién decía que el campo no es para las mujeres? La verdad es que las mujeres siempre han trabajado en el campo, pero no eran tan visibles, y es que encima Irene ha tenido a un gran ejemplo en casa: su abuela. Su abuela siempre ha sido muy moderna, le enseñaba a hacer de todo,las mismas cosas que los chicos, y seguramente por eso hoy Irene hace lo que hace, pero atento a lo que le pasó hace unos meses.
La primera mujer que matricula un tractor en ese concesionario. Esperemos que sea la primera de muchas. Me alegra ver que, a pesar de las dificultades que tienen tantos agricultores, todavía haya gente tan joven con ganas de seguir cultivando nuestros productos: aquellos que nos hacen ser referentes fuera de nuestro país. Irene trabaja en el campo en un lugar que conocemos muy bien, en Las Bardenas Reales de Navarra, desde donde esta casa ha tenido varios problemas para conocer cómo se vive y cómo se trabaja en esa zona.