Los límites de la generosidad existen: el fenómeno de la "confluencia", la responsabilidad y ocultar la rabia

La psicóloga de 'La Noche de COPE', Macu Gortazar, explica esta "actitud" y da las razones por las que siempre hay un interés detrás

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"Hay una parte de inseguridad hacia las decisiones y el propio criterio, no tener claro lo que les gusta"

José Manuel NietoRedacción La Noche

Publicado el - Actualizado

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Hay varios tipos de generosidades: La generosidad humanitaria, aquella que piensa en el bien de todos con un fin mucho más grande, la generosidad interesada, aquella que sucede cuando queremos complacer a alguien esperando a que esté nos complazca de alguna otra forma, o la generosidad más sencilla, instantánea y más genuina que hay en el mundo, la de un niño. Y es que ser altruistamente generoso es muy complicado porque, por lo general, solemos buscar siempre algo a cambio, bien sea algo material como algo tan emocional como el amor de otra persona.

¿Pueden ser realmente dependientes las personas excesivamente generosas? La realidad es que hay personas a las que decir que no, les cuesta un verdadero triunfo, hasta el punto en que la mayoría de veces anteponen las necesidades y deseos de los demás frente a las suyas propias. Cuando a una persona la etiquetan de generosa, es muy difícil liberarse, especialmente porque, si lo hacen, temen que los demás dejen de quererlos del modo en que lo hacen. Por eso conocemos de forma más profunda esta forma de actuar con la psicóloga de 'La Noche de COPE'.

Macu Gortazar explica que "es aquella actitud en la que ponemos atención a lo que demás necesitan y nos ponemos en predisposición de satisfacer esa necesidad a través de la escucha activa, de la atención, de los gestos de cercanía o de ser empático y, al fin y al cabo, de ponernos en marcha para que esa persona, a través de un gesto que tengamos, pueda sentirse mejor con independencia de lo que pide". "Hay incluso personas que son capaces de adelantarse a esa necesidad y que te sorprenden con algo que no les has pedido", incide.

El secreto está en el cerebro

Esta cualidad "la tenemos todos los seres humanos". "Como necesitamos interactuar, necesitamos su cariño y aprobación. Desde pequeños entendemos que si queremos algo, necesitamos dar algo. No necesita ser material, ya que a veces por el hecho de hacer algo por otra persona y te dan las gracias, se segregan unas sustancias cerebrales que te hacen sentir bien y lo que hace es que repita esa acción para sentirme otra vez de la misma manera. Es una necesidad biológica que se va reforzando por los mensajes positivos que tenemos", apunta Macu Gortazar.

"¿Por qué un niño comparte un juguete? Porque el otro niño le va a dar un abrazo o porque sus padres le van a decir: qué bien", explica la psicóloga de 'La Noche de COPE' para entender que siempre hay un interés detrás de la generosidad. Pero hay que diferenciarlo de la manipulación: "En la generosidad interesada, sí nos importa que la otra persona se sienta bien, en el otro caso nos da igual cómo se sienta la otra persona siempre que consigas lo que quieres".

Los límites de la generosidad

Se puede llegar a pensar que hay personas excesivamente generosas, pero, ¿dónde está el límite? "Depende de la vara de cada persona, pero hay personas en las que la generosidad traspasa el hecho de dejar de pensar en uno por pensar en los demás, es decir, dejar tus propias necesidades para satisfacer las de otras personas", concreta. Esto se llama "confluencia" que implica que "el límite entre tú y yo es muy poco claro": "De tal manera que, si tú necesitas algo, yo me vaya con tu necesidad o esté atento a tus necesidades, y puede haber un problema porque la persona va a sufrir mucho".

Detrás de esta personalidad hay "una parte de inseguridad hacia las decisiones y el propio criterio, no tener claro lo que les gusta". "Hay un punto en el que piensan: y quién se ocupa de mí", explica Macu Gortazar, apuntando que al final "acumulan rabia y rencor" porque "se lo guardan".

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