En 'La Noche'
Un superviviente del accidente aéreo de Los Andes: ‘Una cosa era pensarlo y otra era comernos los muertos’
Cuando está a punto de cumplirse cuarenta y cinco años del rescate de los dieciséis supervivientes, Adolfo Arjona charla con Daniel Fernández Strauch, Nando Parrado y Roberto Canessa en ‘La Noche de COPE’.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Todavía hoy, cuarenta y cinco años después de la tragedia de Los Andes, nos sobrecoge la historia de aquellos jóvenes que, tuvieron la suerte de sobrevivir al accidente de avión, pero al mismo tiempo sufrieron durante setenta y dos días… hasta que fueron rescatados el 23 de diciembre de 1972.
‘El día del accidente fui, con dos supervivientes más, a buscar al piloto del avión a la cabina y por suerte estaba vivo. Nos dijo antes de morir que nos quedásemos tranquilos que a la mañana siguiente vendrían a buscarnos. Al día siguiente pasó un avión de rescate chileno y pensábamos que nos estaba saludando, pero la verdad es que el movimiento fue una turbulencia y que jamán volvió’, relata Daniel Fernández Strauch a Adolfo Arjona en ‘La Noche de COPE’.
Daniel tenía en aquel momento 26 años y era uno de los supervivientes de mayor edad, por lo que pronto tomó las riendas de la organización del campamento improvisado que tuvieron que montar a 4.000 metros de altura y con temperaturas de treinta grados bajo cero. ‘El alimento que teníamos eran siete tabletas de chocolate, cinco botellas de vino y una chupadita de pasta de dientes de postre. Eso nos duró cuatro días. Mi primo Adolfo me dijo que había tenido un pensamiento horrible y me contó que estaba pensando en que tendríamos que comernos a los muertos si queríamos sobrevivir. Yo le dije que había pensado lo mismo y aún recuerdo su ‘uff menos mal, pensaba que estaba loco’, confiesa Daniel Fernández Strauch.
La nave había salido de Uruguay el 13 de octubre de 1972 con 45 personas a bordo y setenta y dos días después, cuando fueron rescatados, solo quedaban dieciséis supervivientes. La noticia dio la vuelta al mundo por lo ‘milagroso’ y porque tuvieron que explicar cómo habían conseguido sobrevivir en condiciones extremas y sin nada que comer.
‘Una cosa era comenzar a pensarlo y otra era comernos a los muertos. El séptimo día del accidente nos reunimos y decidimos que teníamos que comer carne porque si no sería un suicidio colectivo. Se votó y no salió por mayoría, pero por suerte escuchamos la noticia de que suspendían la búsqueda al décimo día. Para mí fue la mejor noticia porque hasta ese momento estábamos reunidos por grupos de afinidades y a partir de aquella noticia fue cuando tomamos consciencia de que no nos iban a buscar porque nos daban por muertos y transformamos el grupo en un equipo. Ese décimo día es cuando hicimos el famoso ‘pacto de vida’. Nos cogidos de la mano y dijimos todos: ‘si yo me muero ustedes tienen que usar mi cuerpo y viceversa’. Fue así como empezamos a comer todos’.