La foto de Fernando de Haro: “El abuelo casi ha quedado sepultado por cadáveres de ventiladores”

La foto de Fernando de Haro

Fernando De Haro

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La foto de hoy está tomada en un taller de reparación. En el local desordenado y pequeño se amontonan ventiladores, muchos cables y cacharos viejos. Una estantería destartalada de metal almacena aspas, viejas televisiones, cafeteras eléctricas y otros pequeños electrodomésticos. La estantería es el retrato de un tiempo remoto en el que el dueño del negocio pensaba que era posible mantener ciertas reglas para almacenar los cachirulos eléctricos. Pero luego empezaron a escasear las piezas, los clientes dejaron de recoger algunos encargos y el dueño de la tiendita se hizo más perezoso. Ahora el abuelo, el reparador de vientos es mayor, ahora el abuelo casi ha quedado sepultado por cadáveres de ventiladores de plástico, de aluminio, de pies, de mesa, de mano. En realidad puede sacar poco provecho de tanta chatarra pero se siente más seguro pensando que si le fata algo puede encontrarlo entre los montones. La tiendita, el taller, el negocio es un desguace de vientos. El abuelo por la mañana, antes de sentarse en su silla de arreglar, tiene que apartar a los viejos compañeros. Ahora, en la foto, con un rostro severo mira con orgullo cómo una hélice naranja vuelve a girar y le revuelve los pocos pelos que le quedan y hace un poco de fresquito. El abuelo en su desguace de vientos sueña que provoca tempestades, que ayuda a navegantes que merecen su auxilio, que lanza remolinos contra los malos y brisas favorables a los buenos.