De Haro: “La foto es del momento en el que un gran iceberg se separa de la Antártida”

La foto del día se publica en la Vanguardia.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La foto que me ha llamado la atención la publica hoy La Vanguardia. Es una imagen en la que solo hay blancos y azules. Podría ser uno de esos cuadros de pintores modernos. Los blancos son los de un iceberg de la Antártida, blancos limpios, blancos que buscan el turquesa, blancos casi infinitos, blancos densos, profundos. Los azules son los de un trozo de cielo y los una grieta que se ha abierto en el hielo, una brecha que parece la inauguración de un desfiladero. En la parte baja de la foto es profunda la brecha, luego asciende y se pierde en el horizonte, y parece que lo que ha roto es el mundo.

El retrato corresponde al momento en el que un gran iceberg se separa de la Antártida. Una tragedia provocada por el cambio del clima. Casi se puede oír al mirar la foto el ruido sordo e intenso, que parece venir de las tripas de la tierra, el ruido de un cataclismo a cámara lenta. La brecha se ha abierto en los últimos días, pero la brecha es la consecuencia de un cambio lento e imperceptible. No es fácil distinguir el momento en el que uno estaba apegado a sus ideas, a sus esquemas, a sus costumbres. Hubo un tiempo en el que uno era un bloque con el sistema que se había dado para pensar y para interpretar el mundo, ideas, teorías que formaban un bloque solido con su persona.

En un momento difícil de precisar, quizás fue un dolor, simplemente un día bonito, un rostro o el gesto de unas manos, una belleza inesperada y, entonces, de un modo casi imperceptible, en términos de la solidez del hielo, casi imperceptiblemente dejo uno de ser un bloque con sus prejuicios, con sus buenas ideas adquiridas con más o menos esfuerzo. Pero esa fisura que ningún físico podría medir hizo su trabajo. Fue cuestión de tiempo. Fue cuestión de tiempo que el hielo se diese cuenta que lo suyo era el mar abierto, navegar por el mundo. Las grandes brechas que nos llevan al Gran Azul siempre empiezan por una mínima fisura que nos despierta el gusto por aguas más cálidas.