El dueño del último aguaducho de Madrid explica el error común que estropea una horchata casera

La familia Guilabert tiene el último aguaducho de Madrid y seguirá vendiendo sus bebidas más refrescantes durante otro verano más: la horchata y el agua de cebada

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Madrid es una ciudad con mucho glamur, muchos edificios grandes, mucho ruido y lugares que sobresalen por encima de otros. Pero hay sitios escondidos, que son más pequeños y menos concurridos, que seguro que ni el que lleva 100 años viviendo en Madrid sabe que existen. Hoy te voy a hablar de un lugar que pocos conocen, pero que lleva haciéndose un hueco entre la gran multitud desde 1910.

Cada 30 de marzo, durante la madrugada, una grúa surca el cielo de la capital para dejar en el número 8 de la calle Narváez una caseta blanca y azul. Te hablo del quiosco de los hermanos José Manuel y Miguel García, un quiosco que es el último aguaducho que queda en Madrid. Pero, ¿qué es un aguaducho? Con este nombre se le hace referencia a los puestos callejeros de bebidas que tuvieron su esplendor en la primera mitad del siglo XX. Tal fue su fama, que en aquella época había más de 300 aguaduchos en la capital de España. Como en Madrid siempre se ha dicho que el agua es muy buena y en aquella época no había agua carbonatada, estos puestos crearon el agua de sabores: de azahar, de canela, de hinojo o de romero, para poder ofrecer otro tipo de bebidas refrescantes. Tras eso, estos quioscos recibieron el nombre de aguaduchos.

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"Le debo mucho a las redes sociales"

"Lo fundaron mis abuelos, Francisco y Francisca en 1910 en otros lugares de Madrid, hasta que en 1944 nos mudamos hasta donde estamos hoy", afirma José. Su objetivo era el de quitar la sed a una ciudad que en verano sudaba más que las pestañas. Por ello, trajeron a la ciudad madrileña de aquella época dos bebidas levantinas que eran muy refrescantes: la horchata y el agua de cebada. "Soy de la cuarta generación y hay relevo, pero no creo que haya una quinta generación trabajando en este aguaducho", comenta José, ya que su hija, quien sería la quinta generación de la pequeña empresa, no está por la labor de trabajar en el local.

Como dice José, este local se está internacionalizando: "Gracias a las redes sociales, podemos verder nuestros productos a personas de todas las partes del mundo". Un pequeño puesto donde el horchatero no solo vende la horchata, sino que también es el artesano que la elabora. José aprendió de su hermano Miguel y este, a su vez, de su tío Manuel y de su madre Lola.

¿Cómo hacen la horchata?

"La horchata se hace todos los días, en un pequeño almacen", comenta José. Además, este horchatero ha contado el proceso que siguen para hacer una de las mejores horchatas de Madrid: "Hay que lavar la chufa y dejarla en remojo 12 horas. Se le quita el agua y pasa a una máquina donde se mete agua con la chufa, se tritura y se filtra el agua nuevamente, donde al liquido resultante se le añade azúcar y se enfría".

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Una de las claves de este aguaducho para tener una buena horchata es, como explica José: "Tenerla lo más granizada posible. Es un producto perecedero y si se calienta, puede ser mortal para la propia horchata". Asimismo, aconseja que: "Para quien compre nuestra horchata u otras, recomendamos que la guarden en la parte de atrás del frigorífico, pegado a la pared". Lo malo de este quiosco es que solo está unos pocos meses en activo, concretamente desde marzo hasta octubre, cuando la grúa vuelve a llevarse el aguaducho hasta el próximo verano.

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