Elena Recalde narra los años en los que su familia vivió bajo las amenazas de ETA: "No era consciente"

Tras 55 años de lucha por la libertad, primero contra el franquismo y después contra el terrorismo, la librería Lagun de San Sebastián cierra

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Después de 55 años, y tras convertirse en una referencia en la lucha contra el franquismo y el terrorismo, la librería Lagun de San Sebastián baja la persiana de manera definitiva. Fundada en 1968 por Ignacio Latierro, José Ramón Recalde y María Teresa Castells, se enfrentó a la dictadura vendiendo libros prohibidos en su trastienda. Además, los intelectuales se reunían en este lugar. Con la llegada de la democracia y su defensa de la libertad, pasó a ser objetivo de la banda terrorista ETA.

"Fuente de resistencia"

Sus paredes fueron el escenario de pintadas amenazantes dirigidas a José Ramón Recalde, ex consejero socialista del Gobierno Vasco, que sufrió un atentado de ETA en el año 2000, recibiendo un disparo en la cara del que consiguió sobrevivir. Hoy, la mala situación económica por la baja venta de libros, han provocado lo que no pudieron lograr ni la banda terrorista ni el totalitarismo, el cierre de la librería.

Una de las personas que estaban a su cargo es la hija de José Ramón Recalde y María Teresa Castells, Elena Recalde, con la que Fernando de Haro ha podido contar para que testimonie cómo fueron esos años de lucha a favor de la libertad. "Después del colegio, pasaba las tardes en una sección infantil leyendo libros, tengo muy buenos recuerdos", comenzaba.

Desvelaba que la idea de la librería surgió por su madre, que "era una amante de los libros desde muy pequeña. Era su gran pasión". Su padre se lo propuso y arrancaron con el negocio. Como ella nació cuando ya existía, no dispone de muchos recuerdos de la época franquista, pero sí de "las historias que se contaban" de la trastienda, donde se vendían "libros extrañamente censurados".

En el punto de mira

Durante los años en los que ETA acechaba su casa, ha confesado que no eran "realmente conscientes de ser el objetivo, como mucha gente" de la que allí vivía. Sin embargo, el compromiso con los vecinos estaba por encima del miedo que podían sentir. "Teníamos que seguir porque tenemos que luchar por unos ideales y no podemos mirar para otro lado. No nos podemos ir porque la ciudadanía nos lo ha devuelto", explicaba Elena Recalde.

La razón de estas persecuciones que sufrían fue que, en los años de dictadura, recibieron una multa por los libros que se vendían. "Mi madre no la quiso pagar y fue a la cárcel un mes", reconocía. Por otro lado, en la época de ataques de kale borroca, se negaron a realizar una huelga que quisieron imponer debido a la muerte de un terrorista que iba a detonar una bomba. "La librería Lagun seguía abierta, como algunas otras pocas. Se posiciona en lo que cree que está bien y lo que no está bien", decía.

Una difícil decisión

Tras sobrevivir a todos estos conflictivos momentos, bajarán la persiana de manera definitiva. Recalde ve como causa el descenso de la clientela que, aunque la de toda la vida les ha seguido, "no ha habido un relevo generacional, no es la cantidad suficiente que tenía que ser". Además, se enfrentaban a un "enemigo invisible contra el que es muy difícil" pelear, como son las grandes plataformas y empresas o el cambio de formato de lectura,

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