España, a la cabeza de Europa en el consumo de psicofármacos: ¿Por qué nos enganchamos a ellos?

Son 110 dosis diaria por cada mil habitantes. Los expertos opinan de que son "demasiados" y advierten de que se consumen buscando una solución inmediata

Redacción La Tarde

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España, el país europeo que más psicofármacos consume: 110 dosis diaria por cada mil habitantes. Es decir, alrededor de una de cada diez personas está tomando en este momento algún tipo de psicofármaco. En la calle, personas como Lucía piensan que “el nivel de estrés es elevadísimo” y al final se toman los psicofármacos "porque no queda más remedio”. Por su parte, Julio es funcionario: “por mi profesión sé que hay personas que lo están tomando”. Por último, Nuria, se arrepiente de haberlos tomado en una “temporada que no puedes dormir" porque al final "te enganchas a ellos y después cuesta”.

Los expertos admiten que es excesivo. Diego Carracedo es psicólogo especialista en Psicología Clínica del Hospital Universitario La Paz de Madrid y cree que “se toman demasiados psicofármacos en España”. Javier Quintero es jefe de Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta León y opina que “hay un mal uso” de los elementos farmacológicos en general, tanto en antibióticos como en analgésicos. Quintero aclara que “hay diferentes familias”. Entre ellos están los ansiolíticos (Valium o Trankimazin). "Deberían tener un uso más ordenado”, porque actualmente se prescriben “para cuadros breves de ansiedad”,

Carracedo opina que hay más consumo por “el contexto social” en el que estamos, ya que hay “necesidad de rendimiento” que provoca que tengamos que encontrar solución rápida con “una pastilla que psicoterapia”. Cuando realmente, lo que una persona necesita es atención psicólogo clínico o psiquiatra. En esos casos, se debe atender al médico de atención primaria, después, esperar. En algunos casos, demasiado. Y si se receta un ansiolítico y “se cronifica”, puede provocar síndrome de abstinencia.

Quintero defiende a sus colegas de atención primaria argumentando que buscan la solución “más eficiente”. Sin embargo, critica que no todos los trastornos de ansiedad desembocan en “enfermedades mentales”. Y esa “inmediatez" dificulta encontrar una salida a este problema: "No es un buen acompañamiento para la gestión de un cuadro de ansiedad”.

Se está produciendo una sobremedicación de la sociedad cuando realmente, en ocasiones, la cuestión es que no estamos sabiendo enfrentar problemas de la vida. El doctor recalca en lo negativo de que se haya creado la “necesidad de una respuesta rápida” con una pastilla. Situaciones de la vida cotidiana que se solventaría como algo “adaptativo” y evolucionaría sin intervención, se confunde “con salud mental”, de ahí que la ayuda psicoterapéutica sea mejor que la farmacológica.

Aun así, Quintero advierte de lo negativo que puede ser tanto "medicalizar la salud o psicologizar la vida cotidiana”. Y explica que hay problemas que no se pueden solucionar. Entre ellos, la falta de psicólogos en la salud pública porque “no hay profesionales” para satisfacer esa demanda. “Dónde ponemos el umbral de qué sufrimiento requiere” de un tratamiento. Pero por su parte, Carracedo insiste en que el sistema de salud pública “debe dar respuesta a la salud mental de una forma garantista”.

Dar respuesta a casos como el de Beatriz, que tiene 30 años y va al psicólogo privado: “por 60 euros la sesión”. Marta también va al psicólogo privado porque tardaron “tres meses en llama”. Va dos veces al mes y se lo pagan sus padres porque está estudiando.

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