La foto de Fernando de Haro: "El niño se deja hacer, es un niño listo y se deja hacer"

La foto de hoy está tomada en una selva oscura, en una selva fría y cruel. En una selva inhumana. La luz ha entrado en ella con unos potentes reflectores conectados a un grupo electrógeno. Dos hombres uniformados, uno de gris y otro de verde, con las rodillas hincadas en el suelo, están muy concentrados atendiendo a un niño que reposa en una camilla. Uno de ellos sostiene una botella con suero. El niño está tapado con mantas de esas que se usan ahora en las emergencias, mantas como de papel de plata. Dos bracitos muy delgados, brazos que se han quedado en hueso y pellejo se levantan como rindiéndose, entregándose, por fin, a cuidados que han tardado en llegar. Los bracitos enjutos y flacos de carnes sostienen dos manos orantes, dos manos sorprendidas por el milagro. El niño se deja hacer, como cuando su madre le cambiaba el pañal, como cuando su madre se lo colgaba del pecho, se deja hacer como cuando su madre le cogía la mano y lo lleva al trastero y el niño pensaba que solo nunca se hubiera adentrado en la oscuridad pero que con su madre era otra cosa, el niño se deja hacer como cuando su madre le cantaba una nana para que durmiera pronto, el niño se deja hacer como cuando su padre le agarraba la tripa para enseñarle a nadar, como cuando su padre le curaba las heridas, como cuando su padre le cambiaba el pañal, el niño se deja hacer como cuando la maestra le decía que la p con la a se dice pa. El niño se deja hacer, no conoce a los dos uniformados pero es un niño listo y se deja hacer. Se deja hacer, se deja ser hecho.