La foto de Fernando de Haro: "la satisfacción del juego es gratis y vale mucho más"
La foto del día de Fernando de Haro.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Foto tomada en uno de esos países en los que hace ya hace mucho, mucho calor. La foto está tomada en una calle ancha y sucia, con el asfalto salpicado de papeles y plásticos. Huele a basura, hollín y hum de coche. Los dos carriles de la calzada separados por una mediana de cemento que parece una larga ristra de fichas de dominó puestas de pie y a punto de caer tumbadas unas por otras. Una camioneta con mugre vieja incrustada en la chapa avanza por la pequeña avenida. La carrocería embadurnada de grasa está adaptada para repartir minúsculas gotas con un pulverizador que parece una hormigonera. La lluvia fina se evapora muy pronto y refresca más la vista que el cuerpo. Tres niños, un niño y dos niñas, corren detrás de la camioneta empapados. El niño es el primero y la foto lo retrata en pleno salto, con los dos pies en el aire, con las manos abiertas y con la cara levantada para que la ducha de la furgoneta le de en la cara, le estalle entre la frente y la barbilla, como estalla una alegría o una mañana de Reyes generosa. Una de las niñas levanta una mano para sentir en la palma el recuerdo de la lluvia y de las olas. La otra lleva la camiseta pegada al cuerpo. Si los tres niños hubiesen calculado el gasto de energía, el esfuerzo y la fatiga que les supone correr detrás de la camioneta, se habrían quedado sentados en la mediana y en el bordillo. Se habrían quedado en algún rincón en el que poder sestear y no tener que moverse. Pero en ese cálculo de energía en una ciudad con mucho calor no está contemplada la alegría, el gusto, la satisfacción del juego que es gratis y que vale mucho más.