Foto de Fernando de Haro: "Todo el pescado está muy bien ordenado"

Foto de siete pescaderas que exponen y venden su mercancía sobre cajones de plástico y tablas de madera. Las mujeres tienen a su espalda el muelle de un puerto con barcos pintados de muchos colores, con marineros y pescadores que arreglan y ordenan las redes, que baldean las cubiertas, que recogen los cabos, que se miran unos a otros, que comentan cómo esta la mar. En la foto huele a gasoil, a sal sucia, huele a agua de puerto, a escama y espina. Las siete pescaderas están sentadas en banquitos bajos, visten saris de muchos colores con estampados atrevidos. Venden pescados rojos que parecen salmonetes gigantes, venden peces apretados de cuerpo desnudo que parecen atunes pequeños, venden calamares crecidos que parecen calamares crecidos. Venden peces largos y grandes con la barriga blanca que parecen tiburones de juguete y luego congrios para hacer caldo y gambas pequeñas para el arroz y lenguados como suelas de zapato. Todo el pescado está muy bien ordenado, cada cual con su cada uno, limpio, con las colas hacia el oeste y las cabezas hacia el este. Las pescaderas no vocean la mercancia, una de ellas mete la mano en las branquias de una merluza de la bahía y muestra que están bien rojas, que la carne del bicho es fresca y dura. Dan ganas de comprarle a las pescaderas todo el género para una buena sopa, para un plato de fritura y para pedirles luego que ordenen todo lo desordenado. Manos y, sobre todo, cabeza, mucha cabeza de pescadera para ese orden que siempre falta.