La Foto: "Para ser distintos, diferentes, han aceptado vivir como todos"
Escucha La Foto de Fernando de Haro
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La foto que me ha llamado la atención es una foto en blanco y negro de hace 40 años. Un grupo de chicos, solo hay una chica, descansa en la calle durante ell recreo. Son mayores, algunos están a punto de cumplir 18 años y les dejan salir a la calle. Los mozos ni juegan, ni hablan, ni cantan, ni saltan, ni desayunan, tampoco leen o insultan a la autoridad. Simplemente están en la calle, se miran. Sus sombras se funden. Están contentos porque, por fín, les han dejado quitarse el uniformo escolar. No tienen que usar ni pantalón corto, ni americana azul marino con escudo en el pecho, ni corbata. Casi todos, por no decir todos, lucen un gran tupé que en algunos se convierte en un bucle. Casi todos, por no decir todos, tienen el cogote y las patillas rapadas. Todos visten vaqueros. Todos o casi todos gastan camisa de cuadros. Y todos o casi todos, sobre la camisa llevan un cardigan. Todos o casi todos tienen metidas las manos en los bolsillos y han adoptado una posición de indiferencia. Cada uno de los chicos ha buscado desde hace tres años ser diferente, ser único. Para ser distintos, diferentes, han aceptado vivir como todos, vestir como todos, sentir la misma tristeza, la misma rabia, la misma alegría que sus compañeros. Comparten el mismo acento, consumen la misma moral, siguen a los mismos líderes. Pero debajo del tupe de cada uno de ellos, vive una inquietud, la feroz inquietud de decir algún día "yo" como no lo dice ningún otro. La feroz inquietud porque su nombre sea pronunciado, como lo que es, como la invocación de una originalidad en la que se concentra todo el tiempo, todo el espacio. Toman el sol y se miran con desasosiego esperando que alguien los deletree.