Unos refugiados de Mali y Senegal se quedan asombrados con el comportamiento que unos jóvenes de Santiago han tenido con ellos

Son muchos los migrantes que llegan cada año a España huyendo de situaciones como el hambre o la guerra. La diferencia está en donde uno nace

David Nieto Cortés

Publicado el

3 min lectura

      
      
             
      

Desde hace mucho tiempo que tenemos claro que el deporte hace unión, y un ejemplo de ello es el ADB Fontiñas, un club de baloncesto de Santiago de Compostela en el que juegan jóvenes de la ciudad de unos 16 años. Pero lo especial es que desde el mes de septiembre, se han “sumado” a la plantilla varios jóvenes de Mali y Senegal. Además, estos nuevos integrantes del equipo se han integrado perfectamente, ya que hasta los mismos chicos que ya formaban parte del equipo afirman su pasión por jugar, profesionalidad y el esfuerzo por comunicarse.

Los nuevos fichajes del Fontiñas son refugiados, llevan poco tiempo en España y aunque no comparten el idioma consiguen entenderse muy bien. Porque ellos, como muchos jóvenes en nuestro país, hacen deporte en las pistas municipales que hay en la calle, como una manera de juntarse con otros jóvenes y divertirse. Después de esta etapa, algunos querrán practicar, en este caso, el baloncesto, de una manera más profesional, algo que se hace en los clubes y por edades.

El club

Adrián Dios, presidente del ADB Fontiñas, y Óscar Mariño, entrenador del conjunto, han afirmado que fueron los propios chicos del club los que jugaban con ellos en la calle y que junto con sus madres propusieron al club que entrasen a jugar en él, algo que hablaron con la ONG y pudieron hacer. “Inicialmente se trataba de una colaboración puntual, pero con los buenos resultados tanto para los refugiados como para el club, se ha decidido continuar”.

Imagen del entrenamiento de los refugiados con el ADB Fontiñas

“Estas iniciativas están siendo un absoluto éxito”, decía Adrián. Además, los padres están encantados. Desde el club, incluso pusieron en marcha una campaña de recogida para dotar a los chicos de calzado, ya que lo único que tenían eran chancletas, por lo que jugaban descalzos. Óscar, el entrenador, afirmaba que en el caso del idioma, aunque es complicado entenderse, los refugiados ponen tanto de su parte que al final se acaban entendiendo.

Para no haber jugado nunca en un club y sólo haberlo hecho en la calle, lo hacen muy bien”, decía Óscar.

Su origen

Hay que tener claro que todos estos jóvenes que ahora juegan alegremente en este club gallego, vienen de sus países, en este caso, Mali y Senegal, huyendo de situaciones como la pobreza, la guerra y el terrorismo. Muchos de ellos han venido en patera a las costas de Canarias y luego son acogidos en Santiago. “Cuando hablas con ellos te das cuenta de que son iguales que un chico de su misma edad en España, la diferencia está en dónde ha nacido cada uno”, afirmaba el entrenador.

      
             
      

Canva

Barcas en un río de Mali

Ellos, que no han elegido el lugar en el que han nacido, pero con esfuerzo no solo se han integrado en el club, sino que están plenamente dispuestos a aprender correctamente el idioma y a recibir formación académica. Están muy agradecidos de lo que están haciendo con ellos. “Siempre llevan una sonrisa encima y dan las gracias en todo momento”, decía uno de los chicos de Santiago que juega en el conjunto.

Desde el club afirman que están más que satisfechos con esta acogida y colaboración, pero que la situación legal de estos refugiados, que no es de momento de residente sino de acogida, es un trámite legal que no depende de ellos, ya que podrían quedarse en España, pero también cabe la posibilidad de que sean devueltos a su país.