Hace un año, el que había dejado de ser presidente de la Generalitat estaba preparando su fuga a Bruselas. Ocultó a casi todo el mundo que iba a defender lo que él llama la república catalana fugándose de la Justicia. Puigdemont sigue fugado de la justicia un año después porque en su momento nadie vigilaba al expresident. Y, sobre todo, porque el sistema judicial europeo, en concreto la eurorden, no ha funcionado como tenía que haber funcionado.
Puigdemont ganó unas elecciones fugado. Y durante un año ha frenado cualquier solución realista para reconducir el imposible posible proceso de secesión unilateral. Pero el tiempo corre en su contra. Un año después, su Consejo de la República ha fracasado, su nuevo partido la Crida no tiene la capacidad de aglutinar a los que eran partidarios de la ruptura. Un año después, Puigdemont se presenta como Marthir Luther King y como Nelson Mandela. ¡Tiene narices, el que se marchó para no sufrir la cárcel identificándose con esos dos grandes personajes! El tiempo corre a favor de la Constitución y en contra de Puigdemont. Dentro de unos meses, cuando haya sentencia, cuando el independentismo renuncie a sus postulados radicales, Puigdemont se irá apagando. Lo apagarán los suyos.