Fernando de Haro: "Hay políticos que han bebido en los pesebres del odio y están en el Gobierno"

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Este es el triste sonido de la pasada tarde noche en Madrid y Barcelona. Otra vez escenas de kale borroka, ataques a la policía, vandalismo en comercios. Violencia en ciudades castigadas desde hace casi un año por el Covid. Marx no dijo que la violencia es la comadrona de la historia, Marx dijo algo muy parecido: "La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva".

Europa, desgraciadamente, ha conocido en los últimos años demasiadas ideologías que han justificado la violencia. Por eso, porque los europeos tras las II Guerra Mundial nos convencimos de que la violencia no es más que la partera de la muerte y de la destrucción quisimos construir un continente en paz. Lo mismo nos pasó a los españoles en la Transición. Pero ahora ha llegado una generación de políticos, por llamarlos de alguna manera, que no están vacunados contra la violencia. Una generación que ha bebido en los viejos bebederos del odio.

Lo que está sucediendo en España en las últimas horas está descrito en los manuales revolucionarios: hay que buscar un pretexto, en este caso la detención y encarcelamiento de Hasél, para aumentar las contradicciones, cuanto peor mejor, para implantar una nueva sociedad sin libertades. En este proceso, como ya hemos vivido en España, se convierte a las víctimas en victimarios. Es lo que se hacía en el País Vasco. Es lo que ha hecho esta mañana Rafa Mayoral, portavoz adjunto de Podemos en el Congreso. Mayoral no ha condenado la violencia y le ha echado la culpa a la policía.

Podemos sigue sin condenar la violencia. Ayer, Echenique alentaba a los vándalos y hoy ha dado un paso más: ha culpado a la policía. Repito que esto ya lo hemos vivido. Hemos vivido muchas veces el mecanismo diabólico que convierte a las víctimas en victimarios. No, España no tiene un problema ni de calidad democrática, ni de libertad de expresión, España tiene el problema de que hay políticos que han bebido en los pesebres del odio. Y que esos políticos están en el Gobierno. Sánchez, que no dice ni palabra, tiene que decidir, si está del lado de la Europa que desterró la violencia, de la Europa que España dejó atrás.