Fernando de Haro: "Las instituciones ya estaban politizadas y lo que ha hecho Sánchez es politizarlas más"
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Empezamos semana y ahora sí. Fin de Navidad. Queda algún trozo de roscón en casa y tenemos el consuelo de que los días empiezan a alargar. Este es el momento en el que hacemos el propósito de perder esos kilos que hemos cogido en Navidad.
Hacemos el propósito de hacer dieta y en estas la enciclopedia online TasteAtlas elabora su ránking con las mejores cocinas (y platos) alrededor del globo. España aparece el país con la tercera mejor cocina del mundo y ensalza las gambas al ajillo.
Nos sentimos inocentemente orgullosos de pertenecer a uno de los países con mejor cocina. Como en España no se come en ningún sitio. Estamos orgulloso de pertenecer a las croquetas de nuestra madre, a la paella de Levante.
Es paradójico porque queremos ser libres y pensamos que lo mejor es no estar ligado a nada y a nadie. Y, sin embargo, sentimos las gambas al ajillo y las croquetas como una pertenencia que nos da un suelo en el que pisar firme. Nostalgia de una pertenencia que antes era al pueblo, a cierta tradición. Nuestros sentimientos nos dicen que eso de ser de todas partes y de ninguna no funciona. Para ser de todas partes, hay que ser de alguna parte, para disfrutar de la comida de todo el mundo hay que haber disfrutado de un menú particular.
Ya está. Ya está renovado el Constitucional. Se ha constituido hoy con una nueva mayoría progresista. Están incorporados los cuatro nuevos magistrados y la nueva mayoría progresista durará nueve años, como duró la mayoría conservadora. Ahora toca elegir nuevo presidente, pero la cosa no está fácil porque hay disputa entre dos progresistas. Conde Pumpido y Balaguer.
El presidente Trevijano se despide respondiendo de forma indirecta al Gobierno. Un Gobierno que para negar al TC la posibilidad de detener la tramitación de un proyecto de ley argumentó disparatadamente que la democracia no es un juego de contrapesos.
Trevijano subraya que en una democracia hay que tener en cuenta lo que dicen otros poderes, que no son solo los de Congreso de los Diputados y el Senado. Este nuevo Tribunal tiene que decidir sobre leyes como el aborto, la eutanasia, la Ley Orgánica del Poder Judicial, la ley de Educación, leyes del Gobierno actual.
Trevijano ha advertido sobre el peligro de que el Constitucional avale leyes inconstitucionales. Leyes impulsadas por el actual Gobierno y como la mayoría es progresista, seguramente no será muy crítico con estas leyes. Lleva razón Trevijano, pero es verdad que si la mayoría fuera conservadora, las decisiones también serían políticas. Este es un problema serio. Las instituciones ya estaban politizadas y lo que ha hecho Sánchez es politizarlas más.
La democracia española es muy joven, solo tiene 44 años. Jugar con las instituciones en una democracia joven es un mal negocio y es muy peligroso.