Fernando de Haro: "La política catalana hace tiempo que se convirtió en una subasta del disparate"
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Nos gusta Nadal porque gana. Nos gusta Nadal por el modo en el que gana pero, sobretodo, nos gusta Nadal porque cuando gana da las gracias a todo el mundo y se quitá mérito.
Y aquí estamos, esperando el resultado de la consulta de las bases de ERC sobre la negociación de la investura con Sánchez. En realidad no estamos esperando nada porque ya sabemos que la decisión está tomada. No habrá abstención sino hay mesa bilateral y si no hay reconocimiento del conflicto catalán. Tan claro está el resultado que Pere Aragonès se ha marcado hoy un artículo en 'La Vanguardia' en el que repite las condiciones exigidas en los últimos días: una mesa de Gobierno a Gobierno, en la que se reconzca el conflicto político y se hable del derecho a la autodeterminación y de amnistía. ERC no puede aflojar en sus exiencias porque JxCAt le pisa los talones y puede acusar a los republicanos de traidores, ya lo hicieron con Gabriel Rufián. y JxCAt puede apretar el botón de las elecciones catalanas. JxCAt no afaloja, esta mañana, Laura Borràs, la que según algunos es la sutituta de Torra, ha exigido además de lo que pide ERC un relator internacional y que se tenga al fugado Puigdemont por interlocutor.
La política catalana hace tiempo que se convirtió en una subasta del disparate. En esta situación el PSC se concibe como una especie de puente que puede acercar a ERC y a PSOE. Ya lo fue en Pedralbes. Quizás por eso el PSC ha anunciado que va a debatir en el Congreso de diciembre “Catalunya como nación y España como un estado plurinacional”. Este ya fue un caballo de batalla del PSC que el PSOE hizo suya en la declaración de Barcelona. La tan traída y llevada plurinacionalidad de España se viene discutiendo desde la transición. Pero precisamente La Constitución evitó hablar de naciones y útilizó el termino nacionalidades. El término nacionalidades se reservó en principio para las comunidades autónomas históricas aunque luego se extendió a otras. Así estaban las cosas hasta que el Estatuto Catalán de 2006 decidió designar a Cataluña como nación en su preámbulo. Zapatero había prometido que no tocaría el Estatuto en Madrid.
Después de esta promesa cuando llegó la tardia sentencia del Constitucional sobre aquel Estatut dijo aquello de que "La Constitución no conoce otra nación que la española" el independentismo utilizó aquello como munición. El Constitucional dijo que no hay más nación que la española pero también dijo que fuera del contexto jurídico el término nación es legítimo usarlo para representar ideológicamente o culturalmente a una colectividad. Pero el independentismo esta parte de la sentencia la borró porque había que agrandar las contradiciones, había que hacerse la víctima ante el constitucional, había que seleccionar una parte de la sentencia para vender el mensaje.