Fernando de Haro: "Diciendo que los catalanes no votaron su Estatuto, Sánchez asume las tesis secesionistas"
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Sánchez ha querido empezar el curso político con una carantoña, con un requiebro, con un guiño al independentismo. El presidente del Gobierno ha querido empezar el curso con una caída de ojos dedicada a Torra. Y ha pronunciado la palabra mágica, la palabra que todo lo resuelve: Sánchez ha hablado de referéndum. Es verdad que luego ha explicado que se trata de un referéndum de autogobierno, que sería el final de una reforma del Estatuto. Lo que quería Sánchez era al inicio del curso política pronunciar la palabra mágica: referendum. Lo peor que ha hecho Sánchez, con todo, ha sido asegurar que los catalanes tienen un Estatuto de Autonomía que no votaron. Esas declaraciones suponen asumir como propios algunos de los postulados del independentismo. La reforma del Estatuto de 2006 sí fue votada por los catalanes. Pero los votantes de una Comunidad Autónoma al votar un estatuto no ejercen el derecho de soberanía que residen en todo en el pueblo español. Por eso, el Tribunal Constitucional corrigió algunos, pocos más bien, los artículos. No puede el presidente hacer unas declaraciones que asumen como propios los promotores del independentismo. El voto de los catalanes no es lo definitivo, porque Cataluña no es soberana. Torra ha respondido a la ciaida de ojos de Sánchez con un bufido.
Esta semana volvemos a la oficina, vuelven los niños al colegio y vuelven los políticos al Parlamento. Vuelven esta semana los sesiones en el Congreso de los Diputados. Todo vuelve a empezar. En el Congreso, el jueves se van a intentantar convalidar seis decretos leyes aprobados por el Gobierno. Lo que va a pasar este jueves en el Congreso es un buen ejemplo de cómo empieza el curso político. Hay seis decretos que se van a convalidar porque el presidente del Gobierno ha incumplido la promesa de convocar elecciones, la promesa que hizo cuando se presentó a la moción de censura. Hay seis decretos que convalidar porque el Gobierno está abusando de una herramienta, como el decreto ley, que en democracia solo está prevista para los casos urgentes. La nuestra es una democracia parlamentaria. Para convalidar esos decretos los socios del Gobierno exigen unos subidas de impuestas, control de RTVE y otros que la fiscalía deje de acusar a los promotores de la secesión de Cataluña de rebelión. ¡Vaya curso político que vamos a tener!