Fernando de Haro: "La independencia es un cebo en el que cada vez pican menos catalanes"

Pronto se van a cumplir dos semanas de que el volcán de la Palma entrara en erupción. Y seguimos pendiente de lo que pasa en la isla y de la amenza que pesa sobre sus gentes. En este momento tenemos dos bocas activas y tres colas de la lava, hay dos nuevas colas de lava y eso supone más amenaza para casas y otras construcciones. Ya hay 1.000 afectadas. La lava que cae al mar, ya ha hecho crecer la isla 19 hectareas, unos 20 campos de fútbol. Crece la Palma, crece el suelo español, a costa de la inquietud de muchos. Paradojas de este tiempo, España aumenta su territorio y mengua en españoles, somos 100.000 menos después del COVID. Y no estamos muy entusiasmados con la idea de traer hijos la mundo. Ya nos gustaría que España creciera no en terreno y de este manera, sino que creciera en libertad, en igualdad, en vida buena.

Hace cuatro años y unas horas estaba contando en este micrófono que la policía conseguía impedir el referendum secesionista del 1 de octubre. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Qué ha sucedido en estos cuatro años? Tenemos en Cataluña un Gobierno independentista, su presidente, esta mañana ha hecho una declaración institucional en la que ha pedido que se acabe la represión y se celebre un referéndum de independencia. Aragonés ha pedido unidad a los independentistas.

Ha sido una ceremonia para cumplir, liturgia vacía. Cuatro años después la inmensa mayoría de los españoles estamos hasta las narices de la matraca independentistas y el independentismo está fracturado y su fracaso político es evidente. Diga lo que diga Aragonés las encuestas no mienten El 75% de los catalanes cree que el 'procés' es un fracaso y que no habrá independencia. Las manifestaciones masivas van camino de extinguirse. La detención de Puigdemont en Cerdeña la semana pasada ha sido la mejor prueba.

El Rey ha ido a Barcelona y han salido a la calle cuatro gatos. La independencia es un cebo en el que cada vez pican menos catalanes. Seguramente eso es consecuencia no de la aplicación del 155 por Rajoy ni de los indultos de Sánchez rechazados por la mayoría de los españoles sino de cuatro años de desgobierno independentista en la que la gestión se ha dejado de lado. Las empresas que se fueron por el proces, se resisten a volver. Cataluña ha perdido 4.500 empresas. Cuatro años después la Comunidad de Madrid, que es uniprovincial, está económicamente por delante de Cataluña.

En estos cuatro años los líderes del proces, salvo Puigdmont y los huidos, han sido juzgados en un proceso impecable, condenados y después indultados. Puigdemont no ha sido devuelto a España porque la euroorden no funciona, pero se ha convertido en un cadáver político. El independentismo, que se consume en sus contradicciones, hubiera acelerado su fatiga de materiales sino hubieramos tenido un presidente del Gobierno que hubiese dependido de su apoyo para la investidura y para sacar adelante los presupuestos.

Sánchez mantiene ahora en cuidados intensivos una mesa de diálogo en la que seguramente no está dispuesto a ceder más que lo que en su momento ofreció Rajoy. La amenaza para el constitucionalismo no es el contenido de la mesa sino su liturgia: la bilateralidad.

Nunca se puede despreciar el valor de la liturgia. Cuatro años después podemos decir que el Estado de Derecho ha funcionado, han funcionado los jueces y las instituciones, más allá de que la abogacía del Estado haya sido utilizad para hacer política. Pero el agotamiento, la división del independentismo haya sido derrotada. ERC se limita aplazar su objetivo, es importante, pero no suficiente. Entre el 75 y el 80 por ciento de los catalanes creen que hay que votar y el apoyo a los partidos independentistas está por encima del 50 por ciento. Los jueves y las instituciones han hecho su trabajo, los partidos constitucionalistas no. El acuerdo entre PP y PSOE para hacer frente a un desafío aplazado más necesario que nunca es imposible.