Fernando de Haro: "Queremos leyendas rosas o leyendas negras, no queremos Historia"

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Hace ya algunos meses se estrenó un película que se llamó en español “Otra ronda”. En esa película un profesor de historia le pide a sus alumnos que elijan: que elijan entre ser un hombre amante de los animales que no fuma ni bebe, o ser hombre que bebe demasiado y que, a menudo, tiene excesos verbales. Los alumnos elijen al amante de los animales y rechazan al bebedor. Sin saberlo han elegido a Hitler y han rechazado a Churchill. Ni ni siquiera Churchill con todo lo que hizo por la libertad frente al nazismo, encarnó el bien absoluto. Pareció obvio, pero en estos tiempos no lo es. Cada vez pensamos con más frecuencia que un sabio persa de hace 1.800 años, que se llamaba Manes, llevaba razón. Pensamos que llevaba razón aunque no lo conozcamos: cada vez somos maniqueos: el mundo se divide para nosotros entre lo rematadamente bueno y lo rematadamente malo. No hay espacio para los grises, cuando lo vida en realidad siempre transcurre entre claroscuros.

Y por eso, cuando reivindicamos un cierto periódo histórico no estamos dispuestos a admitir que hubo luces y sombras. Queremos leyendas rosas o leyendas negras, no queremos historia. Y por eso cuando alguien pide perdón por lo que se hizo mal aparecen los escandalizados, los muy escandalizados y las muy escandalizadas. ¡A quién se le ocurre pedir perdón hombre!

Si estamos en una guerra cultural, en una guerra cultural nunca se pide perdón. O el bien o el mal absolutos. Las guerras culturales de la izquierda nos quieren quitar la libertad, las guerras culturales de la derecha nos quieren hacer a todos maniqueos, o sea estúpidos, nos quieren quitar la razón.

A finales del mes de agosto, cuando el ministro Albares, el ministro de Asuntos Exteriores, compareció por primera vez en el Congreso tuvo palabras elogiosas para Marruecos. Quería cerrar la crisis de Ceuta del pasado mes de mayo, superar los errores de su predecesora González Laya. Hoy Albares ha viajado a Argelia. Argelia y Marruecos son vecinos al otro lado del Mediterrano y enemigos irreconciliables. Argelia por ejemplo apoya al Frente Polisario, el enemigo histírico de Marruecos. Nuestro ministro de Asuntos Exteriores tiene que ponerle una vela a Marruecos y otra a Argelia para que este invierno podamos tener calefación y para que no siga subiendo el precio de la luz. Lo hemos contado ya aquí alguna tarde, mientras nosotros estamos a nuestras pequeñas cosas en este momento hay una carrera descontrolada por hacerse con el sumnistro de energía en todo el mundo. Especialmente con el suministro de gas, sobre todo porque China ha empezado a reducir el consumo de carbón.

Necesitamos el gas argelino como el comer, representa la mitad del suministro de gas en España y hemos perdido ya 19 barcos de gas que se han ido a parar a Asia. Necesitamos que los argelinos nos vendn gas y necesiitamos que Marruecos deje pasar parte del gsr argelino a través del gaseoducto que cruza su territorio. El 26% del gas que se consume en España viene de Argelia a través de un gaseoducto que pasa por Marruecos. Y el acuerdo para usar ese gaseoducto acaba el 31 de octubre. Marruecos y Argelia andan a la gresca más que nunca por lo del Sáhara, porque el polisario ha conseguido un triunfo ante el Tribunal de Justicia de la UE, por lo de Ghali. Como en el pasado había un juego de claroscuros, ahora también lo hay, y la diplomacia española tiene que ser hábil para que este invierno tengamos calefacción.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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