Fernando de Haro: "Sánchez quiere que hablemos siempre de él, síntoma del mayor narcisismo político"
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Hace cinco meses que desde Moncloa marcan el número del despacho oval en de la Casa Blanca, pero no consigue Sánchez que le cojan el teléfono. No consigue Sánchez escuchar un saludo de Biden. Ni consigue con su fluido inglés el presidente explicarle al presidente demócrata que su Gobierno es progresista y feminista.
Biden, que se las sabe todas en cuestión de diplomacia, lleva décadas en el aparato del poder de Estados Unidos, no tiene en su primera gira como presidente por Europa programado encuentro alguno con Sánchez. Es un problema, y lo hemos visto con Marruecos. La falta peso de las relaciones Atlánticas del gobierno y no es solo es un problema de este Gobierno es algo que arrastramos desde hace tiempo.
Quien sí le coge el teléfono a Sánchez es Pere Aragonès. Han estado hablando Sánchez y Aragonès 40 minutos y la Moncloa ha tardado segundos en hacerlo saber. Moncloa han hecho saber además que Sánchez y el presidente de la Generalitat se van a ver este mes de junio para reactivar la mesa del diálogo con el independentismo.
Desde hace algunas horas, desde ayer por la tarde, hay una furia filtradora en Moncloa para darnos a entender que el presidente del Gobierno tiene una agenda de ruta muy clara para volver a empezar recomenzar la legislatura.
Todo esto mientras crece la bronca y la insumisión de las Comunidades Autónomas porque el Gobierno de la cogobernanza quiere imponer ahora una desescalada más dura que cuando la situación con el covid era peor.
Con la pandemia sin resolver todavía, con lo que supone que el Reino Unido no mande turistas, con un Plan de Recuperación que es el peor de los tres países del sur (Italia y Grecia nos han ganado por la mano), con la tasa de paro más alta de la UE, la prioridad del Gobierno es filtrar su agenda.
Primero las primarias socialistas en Andalucía, luego los indultos y la mesa de negociación, luego rentabilizar políticamente la vacunación, que es cosa de Bruselas y de las comunidades autónomas, y para terminar crisis de Gobierno.
En su afán filtrador, Sánchez nos hace saber que anunciará dentro de semanas un nuevo Gobierno. Dentro de semanas, cuando en política una semana es una eternidad. Nos hace sabe que dentro de unas semanas nos hará saber que cambia el Gobierno y filtra que pueden caer, además de González Laya, Calviño y Escrivá. Pues vamos bien si caen Calviño y Escrivá, que es de lo más razonable que tenemos.
¿Por qué hace esto Sánchez? Porque domina una furia filtradora en las últimas horas en Moncloa? Porque la intención del PSOE ha caído por debajo del 28 por ciento después de las elecciones de Madrid, porque el PP sube. Y porque Sánchez concibe la política no como gestión, sino como una campaña electoral permanente. Sánchez y su spin doctor Redondo, un tal Redondo, dice Guerra, tienen obsesión por llenar espacios, espacios mentales, espacios de comunicación.
Sánchez quiere que hablemos siempre de él, son los síntomas del mayor narcisismo político que hemos sufrido nunca.