Fernando de Haro: "La tristeza es una buena arma contra el capitalismo digital que secuestra nuestra atención"
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Los niños madrileños están delante de las pantallas más de dos horas al día, especialmente en fin de semana, tienen una vida muy sedentaria y con cierta frecuencia se sienten tristes. Eso les pasa a los niños madrileños y seguramente a la mayoría de los niños españoles.
La dependencia de las pantallas es, como el sedentarismo, mala. Y la tristeza. ¿La tristeza es mala? Quizás es el signo de que los niños se están haciendo mayores y nada les satisface. ¿Es mala la tristeza? Ya sé que el periodismo tradicional no se adentra en estas preguntas, pero en 'La Tarde' somos un poco rompedores y de ven en cuando nos gusta ocuparnos de algo que no sea lo que dicen los políticos. Habría que ponerse de acuerdo primero en lo que que signfica la palabra tristeza para seguir hablando. La tristeza mala aumentó con la pandemia, ahora que parece que la pandemia va quedando un poco atrás, estamos en 74 casos por cada 100.000, esperemos que la tristeza mala se vaya disipando.
"LA PANDEMIA HA AUMENTADO LOS PROBLEMAS DE SALUD MENTAL"
En la primavera pasada el 68 por ciento de los españoles confesábamos haber sentido tristeza. Siempre que tenemos estadística sobre la tristeza hablamos de los problemas de salud mental. Sin duda la pandemia ha aumentado los problemas de salud mental, las consultas a los psicólogos han aumentado considerablemente. Han aumentado los trastornos de alimentación, sobre todo entre los más jovenes. Los psiquiatras han advertido del aumento de depresiones y de crisis de ansiedad.
La tristeza no es una enfermedad mental, la tristeza, esa sensación de que nada es suficiente, más bien parece el síntoma de que se está vivo, de que nada nos satisface, seguramente la tristeza es una buen arma, un arma contra el capitalismo digital que secuestra nuestra atención, que pretende que sigamos comprando. ¿Es mala la tristeza? Es una de las muchas cosas de las que podríamos hablar en una España en la que cada vez se conversa menos, se habla mucho pero se conserva poco.