De Haro: "En este momento hay en el mundo 71 millones de personas que han abandonado sus casas a la fuerza"

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Jalal es un sirio, vecino de Alepo. Vecino de Alepo hasta que el pasado mes de noviembre se convirtió en un refugiado. Meses antes de que Jalal se viniera a Roma, yo estuve en Alepo grabando uno de mis documentales. La vida en Alepo era y es muy difícil. Aunque ya no caen bombas, buena parte de la ciudad esta arrasada por los combates, nunca sabes cuándo vas a tener electricidad y el embargo hace muy difícil la llegada de alimentos. Aunque han pasado ya casi dos años de mi visita a Alepo, no puedo olvidar aquella ciudad.

Jalal explica que quiere volver a Alepo, pero que es muy difícil. Jalal tiene la sensación de que ha perdido los últimos ocho años de su vida, desde que comenzó la guerra. Jalal tuvo suerte porque pudo llegar a Roma de manera segura por uno de los pocos corredores humanitarios que se abrieron por la Comunidad de San Egidio. Pero muchos, cientos de miles, han corrido muchos riesgos, han sido extorsionados por mafias, han perdido su vida en el mar.

Hoy es el día del refugiado. En este momento hay en el mundo 71 millones de personas que han abandonado sus casas a la fuerza. Yo he visto alguno de esos refugiados en campos de Nigeria, de Líbano, de Palestina, de la India, de Iraq o de Siria, y te puedo asegurar que cuando uno se sienta y escucha sus historias nunca las olvida.

He escuchado decenas de historias de personas que han tenido que dejar sus casas de la noche a la mañana y he de reconocer que en muchas ocasiones me he conmovido. Es casi imposible no estremecerse cuando un hombre adulto o una mujer te relatan el miedo que ha pasado, el momento que se da cuenta que si no se van lo matan. He escuchado esas historias en campamentos construidos sobre la nieve en inviernos duros. Me acuerdo de uno en el valle de la Beka, en desiertos, me acuerdo uno cerca de Mosul, de gente que no tenía un retrete, me acuerdo de otro en Abuya, de niños que no tenían colegios.

Y las cosas se ven de un modo diferente cuando has podido escuchar esas historias, porque te das cuenta de que podrías haber sido tú el que hubiera tenido que abandonar tu casa, podrías ser tú el que estuviera en la calle, en un país extraño. Y lo que nos humaniza es hacer este dolor nuestro, saber que estas cosas pasan. Me hubiera gustado que cada uno de vosotros hubierais estado conmigo en esos viajes, hubieras visto las lágrimas, las caras que yo he visto, porque cuando se han visto esas caras se miran las cosas de otro modo. Hablar de refugiados no es hablar de números es hablar de tu padre, de tu madre, de tu mujer, de tus hijos que tienen el miedo en el cuerpo, el hambre y la pobreza en los ojos. 

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