De Haro: "Sánchez ha tenido la desfachatez de decir que el Partido Popular no comparecía y que él sí lo hace"

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Cuando Sánchez estaba en la oposición criticaba con acierto que Rajoy huyera del control parlamentario. El PSOE recurrió al Tribunal Constitucional porque durante los diez meses en los que Rajoy estuvo en funciones no se sometió al control del Parlamento. Nuestra democracia es una democracia representativa que otorga al Congreso, entre otras, la función de controlar al Ejecutivo y no es excusa que esté en funciones para no comparecer en el Congreso. Antes de que triunfara su moción de censura Sánchez prometió que le iba a dar al Congreso la centralidad que se merecía.

Han hecho falta seis meses para que Sánchez haya comparecido en el Congreso para dar explicaciones de los últimos Consejos Europeos. Lo ha hecho esta mañana y todavía ha tenido la cara dura de decir que el PP no comparecía y que el sí lo hace. Y todavía Sánchez ha tenido la desfachatez de decir que el Partido Popular no comparecía y que él sí lo hace.

La comparecencia de Sánchez había despertado mucha expectación porque era el primer cara a cara entre Iglesias y Sánchez después de la bronca sesión de no investidura del pasado 22 de julio. Después del fracaso de la no negociación de ayer no ha habido novedades. Iglesias le ha reprochado a Sánchez que haya recurrido a una simulación, pero después le ha vuelto a tender la mano para una última negociaición para eso sí, un Gobierno de coalición. Y Sánchez le ha dicho que no, que de negociación cara a cara nada y que ya hay equipos negociadores. Lo peor de todo esto no es el cansancio, lo peor no es que nos lleven a unas elecciones, lo peor no es que estén utilizano las instituciones en provecho propio. Lo peor es el cinismo, lo peor es que el secretario general de los socialistas y presidente en funciones haya asegurado que no quiere unas elecciones

Bien está que Sánchez intente convencer a todo el mundo de que la culpa de que haya nuevas elecciones no es suya. Cada cual cuando llegue el momento de votar hará lo que le parezca más oportuno. Pero este lenguaje cínico, este lenguaje alejado en millones de años luz de una palabra verdadera, es el que envilece la vida pública. Todos sabemos que Sánchez no ha hecho esfuerzo alguno para evitar las elecciones. ¿Por qué tenemos que aceptar que se oficialice la mentira? Los resultados electorales, sean cuales sean, no lavan este envilecimiento de la vida pública.

Sánchez quiere elecciones y Rivera sigue empeñado en ser el líder de la oposición por más que los números no le salgan. Como en la campaña electoral le sigue exigiendo a Sánchez condiciones de imposible cumplimiento. Al líder de la formación naranja, que siempre le fueron bien las encuestas, ahora le van mal y es lógico porque muchos de sus electores no entiende que haya hecho lo imposible para investir y moderar a Sánchez

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