Pilar Cisneros: "La nueva ley de Vivienda no solo no funciona, sino que provoca el efecto contrario"
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Mayores solos y en silencio. Jóvenes que quieren vivir solos y siguen acompañados a la fuerza. Es una contradicción perversa cada vez más común en la sociedad española.
En España, 1,7 millones de personas mayores de 70 años viven solas, en hogares unipersonales, pero 200.000 de ellas ni siquiera tiene a nadie con quien hablar cada día. Es lo que nos dice la encuesta de Características Esenciales de la Población y las Viviendas
La soledad ya es dura de por sí, pero el silencio, el no tener apoyos ni nadie con quien hablar es letal para la salud física y mental, especialmente de las personas mayores. Imagínate lo que debe ser tener 80 años, levantarte por la mañana y saber que no vas a tener una conversación con nadie en todo el día, excepto si vas a comprar el pan.
Y así tenemos una sociedad hiperconectada digitalmente, pero con muchos mayores desconectados del mundo tecnológico que no saben usar y alejados del contacto físico porque no tienen compañía.
Y, por otro lado, los jóvenes, que no se pueden emancipar. No ganan lo suficiente y el alquiler medio de un piso en España les supone el 80% de su salario.
La edad media de emancipación supera por primera vez los 30 años.
Es una disyuntiva endiablada que amenaza con descolgar de la sociedad a toda una generación de jóvenes que no se puede plantear un proyecto de vida propio y mucho menos formar una familia y una legión de personas mayores sufriendo una soledad impuesta y a los que ni siquiera les queda el consuelo del contacto humano para seguir adelante.
Por el momento, la nueva ley de vivienda no solo no está funcionando sino que, como ya apuntaban algunos expertos inmobiliarios, está provocando el efecto contrario al deseado: Ante la inseguridad, los propietarios derivan los pisos disponibles al arrendamiento turístico o por temporada y el precio se dispara.
El problema es grave y requiere un análisis mucho más a fondo y con la confluencia de todas las partes implicadas.
Las políticas intervencionistas, aunque tengan buena intención, no están sirviendo para atajar el problema.
Este sí que es un reto importante que tendrá que enfrentar el próximo gobierno, sea el que sea.