

"El día del gran apagón, quedó la radio. Y a ti, como oyente, gracias por darnos la oportunidad de sentirnos útiles, la radio siguió, y sigue"
La directora de 'La Tarde' analiza las consecuencias que ha dejado el gran apagón en España, y ha profundizado en cómo la radio, como medio de comunicación tradicional, ha servido para calmar a todos los afectados e informar
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Ayer fue uno de esos días en los que uno se reencuentra con la vocación de periodista. La verdad, me emocionó ver en las redes un vídeo viral en el que un grupo de personas se agolpan al rededor de un coche.
El conductor había bajado las ventanillas para que todas aquellas personas escucharan la radio, me da igual cuál fuera la emisora, aunque en ese vídeo estaban escuchando COPE, porque se reconoce mi voz y la de Pilar Cisneros.
Sea de quien sea la voz, la radio estaba cumpliendo un servicio público esencial. El primero de sus mandamientos, de nuestro mandamientos, dar información veraz y continuada.
Te puedes imaginar que la radio es mucho más que estar sentados delante de un micro. Yo, Manolo Lama, Carlos Herrera, Ángel Expósito o cualquier otro compañero en cualquier otra emisora. Somos el último eslabón, el más visible, de una enorme cadena de redactores, comerciales, técnicos de sonido y también aquellos que se encargan del mantenimiento de los grupos de energía.
Aquí en COPE, por ejemplo, tenemos continuamente simulacros de cortes de electricidad. En ese momento, se enciende un generador diésel de emergencia que puede funcionar varios días.
Cuando ayer se apagó todo y se nos fue a negro la pantalla del ordenador, en la redacción todos nos acordamos con mala leche (la verdad) de los técnicos del generador porque pensamos que era un simulacro del que no habían avisado. Pero no, era el mayor apagón de la historia de España y el generador funcionaba. Tardamos poco en comprender de verdad la importancia de su trabajo.
Tú, como oyente, no tienes por qué conocer estas cosas. Pero yo quiero que hoy las sepas para poner en valor este medio al que tantas veces, alguno, ha dado por finiquitado.
¿Te acuerdas del transistor de toda la vida?, ese que podía tener tu padre o tu abuela en la mesilla de noche, o ese que ya estaba acumulando polvo en los escaparates de algún comercio, pues ayer se agotaron en las tiendas de electrónica o los bazares de barrio.
El día del gran apagón, siempre nos quedó la radio. Y a ti, como oyente, gracias por darnos la oportunidad de sentirnos útiles. La radio siguió, y la radio, sigue.