"El Gobierno busca exculparse, pero parece increíble que solo se dieran cuenta de la ausencia de Felipe VI cuando vieron que no estaba en Notre Dame"

La directora de 'La Tarde' analiza las ausencias diplomáticas españolas en la inauguración de Notre Dame y explica por qué puede ser perjudicial para el Gobierno

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A veces uno se sorprende bastante con las cosas que pasan. Se supone que en la Casa Real, el ministerio de Presidencia y el de Exteriores hay centenares de asesores y funcionarios dedicados a que la diplomacia española esté a la altura.

Pues ha sido tal la descoordinación que entre unos y otros no ha habido representación española en la reinauguración de la catedral Notre Dame, en París.

Sí, ya lo sé, “tampoco pasa nada”, “la vida sigue”, “era un acto de protocolo”... Es verdad. Pero también es verdad que es un fallo diplomático notable y buena muestra de ello es la reacción del Gobierno en estas horas para señalar inmediatamente a la Casa Real y pedirle que publicara que Felipe VI no acudió porque estaba preparando su viaje a Italia.

El Gobierno busca exculparse, pero lo que parece increíble es que solo se dieran cuenta de la ausencia de Felipe VI en París cuando vieron que no estaba en Notre Dame.

Me imagino la escena: “Señor ministro, ¿pero dónde está el Rey? ¿Alguien ha visto a Felipe VI? ¡Mira en el tercer banco detrás de Trump y de Zelenski! Que no... que no le vemos...”

Es una escena imaginaria, exagerada, pero puede que no esté tan lejos de la realidad. Desde luego lo que ha pasado no parece normal, sobre todo teniendo en cuenta que la agenda de la Casa Real está supervisada y coordinada desde Moncloa y que el Gobierno puede modificarla.

      
             
      

Claro, para eso hace falta coordinación y confianza y en los últimos meses ninguno de los dos ingredientes parece abundar demasiado y a las pruebas me remito; quedará para la historia la vista a Paiporta tras la DANA.

El presidente y el rey llegaron juntos, pero Sánchez tuvo que abandonar el recorrido por las protestas y Felipe VI aguantó la frustración de los vecinos, primero. Y probablemente aguantó la frustración del presidente después, cuando Sánchez se vio expulsado de la foto por la indignación popular mientras el rey se quedaba pisando el barro.

Todos los gobiernos han tenido altibajos en su relación con la Casa Real pero en este caso, llevamos más bajos que “altos”.

      
             
      

Algo que es coherente con la esencia de un gobierno que se sostiene con el apoyo de partidos como Junts, Esquerra o Bildu para quienes la monarquía o la unidad de España son un incordio. Justo los símbolos que el rey representa.