"Cuántas historias habrá que no podamos contar, porque ni siquiera las sabemos"

La directora de 'La Tarde' analiza la triste tragedia de El Hierro de este fin de semana, donde 9 migrantes murieron al volcar un cayuco y hay casi 60 desaparecidos

- 3 MIN

      
      
             
      

Las tumbas sin nombre son el vestigio final para dar testimonio de un naufragio. Y hoy es el de un cayuco frente a la Isla del Hierro. Algo así podía pasar. Era lo más probable, porque en lo que llevamos de año son 400 los cayucos que han llegado a las costas de Canarias y en total 28.000 personas. 

Si haces una simple división, te sale una media de 70 pasajeros por cada Cayuco. En el que ha naufragado, viajaban 90 migrantes.

Habían estado 6 días navegando y los dos últimos sin agua y sin comida. Algunos de ellos incluso habían bebido agua de mar. Era el sábado por la noche cuando avistaron la costa de El Hierro, seguramente eran luces lejanas. Seguramente eran también luces de esperanza.

Ellos mismos alertaron al 112 con un móvil para dar su posición. Aproximadamente 7 kilómetros al sur de la Isla. En ese punto, con una profundidad de 1000 metros, la guardamar Caliope ha estado toda la mañana haciendo viajes de ida y vuelta en una búsqueda cada vez con menos posibilidades de vida.

Y en ese punto fue donde la esperanza se tornó tragedia. Sobre las 3 de la madrugada se inició la maniobra de rescate, y a medida que el barco se acercaba crecía la ansiedad de las personas hacinadas en el cayuco.

Por mucho que los técnicos de Salvamento lo intentaran, es muy difícil pedir calma a 90 personas que llevan casi una semana sin moverse, con los músculos entumecidos. Sin comer y sin beber durante 2 días.

      
             
      

Simplemente no podían aguantar ni un segundo más en ese infierno y se amontonaron en la borda del cayuco más próxima al barco de rescate. Gritos, empujones, y en medio de ese caos, el cayuco volcó.

Estos migrantes, agotados, agarrotados y probablemente aterrorizados, tuvieron muy pocas opciones frente al oleaje gélido del Atlántico, en medio de la noche cerrada.

Es casi un milagro que Salvamento Marítimo consiguiera sacar del agua a 27 de ellos. Otros 9 cuerpos fueron rescatados sin vida. Hay más de 50 desaparecidos. La Guardia Civil ha instalado en el puerto de la Restinga una carpa frigorífica temporal para poder recoger los cuerpos que el mar pueda devolver en las próximas horas. Hasta en éste sentido tan siniestro, la Isla del Hierro está desbordada.

      
             
      

Hoy podemos contar esta historia porque la conocemos, porque tocaron con los dedos la esperanza antes de perderla. Pero cuántas historias habrá que no podamos contar, porque ni siquiera las sabemos.

Según ACNUR, la ruta Atlántica, la de Canarias, ya ha superado en letalidad a la del Mediterráneo. Ante una tragedia así sorprende pensar que no se pueda lograr un acuerdo político en España que permita actuar contra las mafias o tomar alguna decisión sobre el terreno del que salen cientos de personas cada día o ayudar a Canarias a parar el golpe.

Nadie dice que sea fácil. Nadie pone en duda la dificultad del reto migratorio, pero sí genera muchas dudas que la reacción es este asunto nacional, primera preocupación de los españoles según el CIS, sea la del reproche permanente entre los partidos, mientras las soluciones también navegan a la deriva.