Un doctor del Gregorio Marañón aclara lo que no nos contaron de los ingresos hospitalarios en plena pandemia
El doctor Jesús Millán es jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y explicaba en 'La Tarde' cómo fue el peor momento del confinamiento
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Son cinco años los que han pasado desde que Pedro Sánchez compareciera en televisión para explicar algo, hasta entonces, insólito: declaraba el Estado de Alarma. La razón, como seguro que recuerdas, era la rápida propagación del coronavirus entre la población.
Sí, ese virus que meses antes había dado la voz de alarma en China y que amenazaba al mundo. En ese momento, poco se sabía de su origen, y se decía que tenía que ver con un murciélago o un pangolín. Cuesta decirlo pero, cinco años después, no se sabe a ciencia cierta el origen del Covid que tantos estragos causó.
Sea como sea, en el momento en el que su virulencia empezó a extenderse por nuestro país, el Gobierno consideró oportuno declarar una situación tan excepcional como el Estado de Alarma que, en un principio, duraría quince días.
Operarios de limpieza desinfectan las calles durante el tercer día laborable desde que se decretó el estado de alarma a consecuencia del coronavirus, en Madrid
Sin embargo, todo se fue alargando y, hasta las fases de la desescalada, estuvimos encerrados en casa dos meses. Dos meses que se hicieron especialmente largos y en los que tuvimos que desarrollar nuestro ingenio a niveles que desconocíamos.
Muchos improvisaron gimnasios en su casa, a otros les dio por hacer pan y bizcochos (y convertirse en auténticos reporteros) y a otros por ser artistas. Hay algo, eso sí, que hacíamos todos: salir a las ocho a aplaudir a los sanitarios que se jugaban la vida.
Y es que si para los ciudadanos de a pie nos fue complicada la situación, no se puede uno ni poner en la piel del personal sanitario que aguantó una situación desbordante.
Lo que desconocemos de los ingresos hospitalarios
Jesús Millán es jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y, por aquel entonces, pasaba jornadas de casi 24 horas atendiendo a todos los pacientes que llegaban al hospital infectados por el coronavirus.
A día de hoy, le cuesta hablar de ello. “Me da la sensación de que lo que teníamos a mano, nuestras manos, lo entregaban a los sanitarios que cumplíamos con nuestra responsabilidad frente a la sociedad” explicaba.
Para él, que les aplaudieran en el balcón era una forma de mostrarles su apoyo. “La sociedad señalaba lo que tenía y llegaba. A veces algunos de mis hijos se conectaban telefónicamente para que escucháramos los aplausos, todavía se me quiebra la voz” decía emocionado.
Sin embargo, para él, que pasó largas jornadas atendiendo a sus pacientes y, en muchos casos, viéndolos morir, esta experiencia tiene poco de positivo. “Fue una gran tragedia vivida desde el punto de vista personal y profesional como médico. No habíamos vivido una pandemia y era algo trágico, desde el punto de vista profesional suponía un gran reto personal, físico y psíquico, nos enfrentábamos a algo que no sabíamos” decía.
Y profundiza, además, en aquellas cosas que no nos contaron: llegaron a tener 1000 pacientes ingresados al día, y no tenían recursos para poder atenderlos correctamente a todos. “No estábamos acostumbrados, no imaginábamos la dimensión de la tragedia y faltaban recursos” decía.
“Yo estaba solo en casa, la parte de no tener familiares en casa a los que contagiar era un alivio, pero aún estando solo, todas las mañanas salía para el hospital y no sabía si iba a volver” decía angustiado.
Con la ayuda de tantas personas
Joaquín Merry del Val es taxista y en plena pandemia puso su taxi a disposición de los sanitarios para llevarlos a que atendieran ciertos domicilios. Solo en la Comunidad de Madrid se hicieron 200.000 servicios gratuitos.
“El 13 recibimos una comunicación en donde se nos pedía que formáramos parte de la logística de los traslados de sanitarios a las casas, nos presentamos 50 socios de la cooperativa y se empezó a hacer una bola de nieve” comenzaba contando.
“Fueron principalmente médicos, enfermeros y sanitarios para la atención primaria en las casas. Todos tuvimos que aprender muy rápido, lo que no había era material para hacerlo y teníamos que improvisar” explicaba.