La foto: El agua se hace camino como "la paciencia labra el beso de dos octogenarios"

La foto de hoy está tomada en un pantano. Es la cola del pantano de Baells, en la provincia de Barcelona.

La sequía ha desvelado sus secretos. Cuando no había escasez, el agua alcanzaba una orilla de abetos. Pero ahora el vaso del embalse está casi vacío y en sus paredes han quedado una marca amarilla en recuerdo de los tiempos de abundancia, es una marca como la que queda en una bañera sucia. Entre dos terraplenes grises culebrea un hilo de agua que parece una cadenilla de plata. Al borde del arroyo la tierra está prensada y es gris de tanto vivir encharcada.

El arroyo excava desde hace milenios el lecho de piedra. Viene por la derecha de la foto, hace una curva y se endereza hacia el sur, hace tres curvas, un enorme meandro y vuelve a encontrar la dirección. El agua busca lo blando para hacerse camino, labra un surco en el tiempo de piedra.

Corre lo que queda de agua en el pantano por el bacín del fondo, por la madre del río que ha sido excavada en lo más duro del monte, con la misma paciencia con la que una madre sonríe a su criatura y le enseña a decir aggo, con la que se planta un olivo de tres pies y se espera a que crezca, con la que se estudia un manual de derecho civil o se hace un curso de anatomía, con la misma paciencia con la que se espera que vuelvan el verano, los tirantes y las noches serenas bañadas de jazmín, con la que se espera el amanecer en una cama de hospital mientras no se oyen más que pitidos, con la que se espera acabar con la radioterapia. La misma paciencia que labra con el tiempo el beso de dos octogenarios.