La foto de Fernando de Haro: "Huellas de lince y el momento en fuga"

Foto de la selva negra cubierta con nieve muy blanca y muy virgen. Un biólogo se ha enfundado unos pantalones y unos guantes que lo mantienen seco. Se ha hundido hasta las rodillas en los copos sueltos y esponjosos. Y ha abierto una caja metálica con agujeros y paja. Agujeros y paja para que el gato de canela viajara cómodo. El lince, un lince boreal, escapa de un salto. Mueve la cola y un puñado de sal fría salta con él. El lince de color almendra es un tigre en pequeño con el pelo estampado en fantasías felinas. En el aire junta las manos como si estuviese haciendo punto. Se va a cazar ratones y otras sabandijas entre los robles, los castaños y las hayas. Las orejas de punta le dan a la vista un aspecto fiero y cruel., Pero el fuego de los ojos se le ha apagado y el hocico es doméstico, inocente. Todo sea que abra las fauces. El animal, ya en libertad, ya busca, sigue y persigue huevos, crías, pájaros y fieras pequeñas. Sus manos y sus pies dejan en la nieve de nardo huellas de cuatro dedos y una palma muy separada. Huellas de lince, de bicho listo, en campo de talco. Huellas ligeras, livianas. Huellas de poco peso, huellas como un suspiro. Que luego habrá ventisca, borrasca de viento, más nieve, quizá una helada negra que deje estéril la tierra. Y las señales, el rastro del lince, del listo desaparecerá como desaparece un relámpago entre dos nadas. Huellas de lince y el momento en fuga.