La foto de Fernando de Haro: "Llanto de muchacho, lágrimas, benditas lágrimas"
La foto del día
Publicado el - Actualizado
1 min lectura
La foto es de una cocina. Una cocina con una mesa para comer, muebles blancos, sillas de colores, pegatinas en la nevera, un cazo de leche sin fregar y un frutero lleno. A los azulejos le vendría bien blanquearles las junturas. Encima de la mesa han quedado dos bolsas con pollo y la botella de un refresco. Dos soldados bien pertrechados miran la cena a la que solo le faltan los comensales. Los dos soldados se protegen con cascos, linternas de visión nocturna, guantes negros, geolocalizadores, chalecos antibalas, rodilleras. Los dos soldados se protegen con dos fusiles de asalto con mirilla reflex, los dos fusiles con los cargadores puestos, cargadores que pueden escupir una lluvia de balas en pocos segundos. Los dos soldados están adiestrados, entrenados para disparar bien, para no dudar, para comer y beber poco, para correr rápido, para saltar con todo el equipo encima, para mantener la posición a toda costa. Pero no han aprendido a defenderse ese repentino sentimiento, esa congoja que comprime el corazón y hace saltar las lagrimas. Uno de los muchachos uniformados, sin soltar su armas, solloza, hace pucheros como un niño pequeño, gimotea, , riega con su llanto el hombro de su compañero que le recoge la cara con un gesto cariñoso. Llora por la mesa superpoblada de ausencias. Al condenado a una ejecución que llegará al alba le espera una larga noche para arrepentirse, para reconciliarse, para pelearse con Dios, para mascar su miedo. El muchacho soldado llora porque a los que tenían pollo para cenar les alcanzó la guadaña cuando pensaban en las fruslerías de los días: el siguiente capítulo de la serie que estaban viendo, una noche de amor, las palabras ofensivas de un vecino. Llanto de muchacho, lágrimas, benditas lágrimas.