La foto de Fernando de Haro: "El niño desterrado, expulsado de su infancia, condenado al ostracismo"
La foto del día de Fernando de Haro.
Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Fotos de unos ojos negros, ojos negros de un niño que se marcha. No son ojos de estatua, son dos jacas zainas galopando . El niño, las cejas espesas, el pelo oscurísimo, las pestañas largas, la tez de chocolate, el niño se alza para mirar a alguien que está detrás de una ventanilla de pasaportes. El niño curioso busca algún mensaje, algún gesto, en el funcionario de aduanas al que no vemos. El niño se marcha, se marcha para siempre porque cuando vuelva su casa ya no será su casa, el tiempo se la habrá cambiado, entre sus paredes otros dormirán, amarán, discutirán. Y su barrio no será su barrio, allí estarán las calles, con los árboles más altos, pero sin las voces de siempre, sin el afilador, sin los patinetes rodando por la cuesta. Y no habrá quien reconozca a los compañeros de juegos porque serán señores gordos, con tripa, calvos y serios. Y solo quedará el cielo, el mismo cielo, un cielo alto, en ocasiones visitado por suspiros blancos. Se va el niño para no volver, se va a un país donde huele a manteca y a lluvia, donde se habla una lengua extraña, donde se come demasiado pronto, donde los domingos se duerme hasta mediodía, donde todos se toman muy en serio, donde el pan es blando y no tiene sésamo, donde la carne no conoce los aderezos del comino, donde el té no tiene menta, donde nadie reza, donde el sol siempre es tímido. El niño desterrado, expulsado de su infancia, condenado al ostracismo. El niño, como todos, en una patria prestada.