La foto de Fernando de Haro: "solo el niño mira el mar"

La foto de hoy es la foto de un atardecer, atardecer en la Bahía de Alejandría. El cielo blanco de polución, de aire del desierto. La brisa no lo limpia. El sol empieza a despedirse y pinta de oro bloques de pisos que están al otro lado del agua. En el mar barcas de pesca azules y verdes, barcas con herrumbre, barcas sin pintar, barcas viejas como todo es viejo en Egipto. Y en la cornisse, en el malecón, dos mujeres y un niño charlan sin darse cuenta de que el día se va, de que ya se ha ido. Los tres están sentados en torno a una mesa, quizás tomando un te de menta con mucha azúcar. Solo el niño mira el mar. Cuando sea mayor se preguntará dónde van las atardeceres en la bahía de Alejandría, donde fueron los antiguos griegos que comían almendras y nunca se bañaban, dónde fue el joven emperador, dónde fue la mirada altiva de Alejandro al acercarse a estas tierras, donde fueron las aclamaciones de los egipcios cuando derrotó a Darío, dónde fue la gran ciudad que fundó, dónde fueron los grandes jardines, dónde fue la gran biblioteca con todos los saberes antiguos, dónde fueron los grandes maestros, los grandes sabios que miraban estas aguas, dónde fueron las noches de pasión de César y de Cleopatra, dónde el bocado de la serpiente que la dejo sin vida, dónde quedaron sus encantos, donde quedaron las palabras de san Marcos pronunciadas en sus calles, dónde el gesto de Napoleón al ver sus ruinas, dónde fueron los murmullos de los que leían en alto la torah, donde fueron los gritos de los piratas andalusíes. La tarde se despide en Alejandría, de sus bloques feos de edificios, de su cielo sucio, de las dos mujeres y del niño que meriendan junto al mar.