La Foto de Fernando de Haro: "La vida y sus arpones inevitables"
La foto del día de Fernando de Haro
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La foto de hoy llega desde Ontario, desde el Canadá. Está tomada en uno de esos barrios residenciales con casas donde vive una sola familia, con un prado de césped bien cortado, con mucho aislante en las paredes para cuando llegue el frío. De momento el verano aguanta y una chica rubia y con una camiseta azul marino de manga corta se dedica a limpiar el parabrisas de un coche. En el cristal hay una ristra de abejas, una ristra del color de la cera oscura y del color de la miel. Algunas abejas han muerto con el impacto pero otras siguen zumbado y volando en torno a la cabeza de la chica, se le enredan en el pelo, se le enredan en uno de sus brazos. Y la rubia canadiense sigue a lo suyo, impertérrita. Intrépida, osada, casi temeraria no se altera mientras los aguijones voladores le rodean. Cada una de las abejas lleva en su abdomen una carga de veneno, se llama apitoxina. Y en cualquier momento una o varias pueden clavarle el aguijón, anclarlo como se ancla un arpón. Si así fuera llegaría el dolor, incluso el despecho hacia el mundo, la rabia, la pesadumbre, la envidia de los que siguen sanos. Y las preguntas y las quejas: ¿por qué a mi me toca sufrir el mal de una picadura injusta? ¿Cómo hace la chica rubia de la foto para no espantarse con tanto aguijón amenazando. ¿Se ha tomado una caja completa de paracetamol? ¿Ha aprendido a controlar las terminales nerviosas con técnicas de respiración? La vida y sus arpones inevitables.