“Pagamos a unos traficantes para entrar en Grecia, pero la policía nos lo quitó todo y nos deportó”

Es el testimonio de un niño afgano que duerme en la estación de buses de Edirne, al noroeste de Turquía. ‘La Tarde’ ha dado voz a estos y otros refugiados

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La estación de autobuses de Edirne, en la frontera de Turquía con Grecia, ha sido en los últimos días el lugar donde cientos de refugiados han llegado desde otros territorios turcos con el objetivo de entrar en la Unión Europea. La zona se ha convertido, de este modo, en el hogar improvisado de muchos de ellos. Fernando de Haro, comunicador de ‘La Tarde’ de COPE, se ha desplazado allí para contar sobre el terreno esta crisis migratoria y ha hablado con algunos de los refugiados que esperan la oportunidad para poder entrar en territorio helénico. 

En unos jardines, los refugiados han instalado tiendas de campaña y han construido con lonas pequeñas cabañas para resguardarse. Se calientan haciendo hogueras donde queman troncos de árboles y arbustos de los alrededores. Otros se resguardan en un edificio abandonado a medio construir que hay enfrente de la estación de autobuses. 

Trabajadores de la estación les dan comida

Los refugiados ya llevan varios días durmiendo allí. Mientras De Haro está conversando con algunos de ellos, llega un trabajador de la estación que reparte comida a los acampados. El empleado remarca que son ellos, los turcos, quienes ayudan a los refugiados, a diferencia de lo que hacen con ellos al otro lado de la frontera. 

Hay varias familias que tienen niños pequeños y que se encuentran sentados comiendo y bebiendo las provisiones que les acaban de dar, muy abrigados por el frío que todavía azota a primera hora de la mañana.

De Haro entrevista a un niño afgano que, junto a su familia, lleva tres o cuatro noches malviviendo en el edificio abandonado. Días atrás pagaron 100 liras turcas (unos 14,5 euros) a unos traficantes para cruzar el río Evros y entrar en territorio griego. Una vez allí, las autoridades los deportaron de nuevo a Turquía tras quitarles el dinero, el telefóno móvil, las bolsas y el resto de sus pertenencias.

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