La prenda ensangrentada con la que se podría llegar a revelar, dos siglos después, el verdadero rostro de Jack el Destripador

Han pasado 137 años desde que las calles del East End de Londres se tiñeran de sangre entre finales de agosto y principios de noviembre de 1888

Imagen de las víctima de Jack el Destripador
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Lorena Costa

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4 min lectura

Han pasado 137 años desde que las calles del East End de Londres se tiñeran de sangre entre finales de agosto y principios de noviembre de 1888. Cinco mujeres, todas prostitutas, fueron asesinadas brutalmente por un autor desconocido que pasaría a la historia bajo un alias escalofriante: Jack el Destripador. Su identidad, envuelta en misterio desde entonces, ha alimentado libros, películas, teorías conspirativas y una leyenda que parece resistirse al paso del tiempo. Pero ahora, un aficionado británico a los crímenes históricos, Russell Edwards, afirma tener la respuesta definitiva: Jack el Destripador fue Aaron Kosminski, un barbero polaco de 23 años.

“No tenía ni idea de que el chal me llevaría hasta él”, declaró Edwards a los micrófonos del programa La Tarde de COPE, en referencia a la prenda clave que compró en una subasta en 2007. Un chal que, según él, contiene ADN tanto de una víctima como del asesino. 

Las pruebas del delito

La corresponsal en Londres, Eva Millán, explicó cómo se desarrolló la investigación: “Ha sido gracias a los test genéticos realizados a partir de ese chal que tenía manchas de sangre de la víctima y del supuesto autor”. Con ayuda de genetistas, Edwards logró rastrear el ADN hasta un descendiente de  Kosminski  , uno de los principales sospechosos en su época, y con ello obtuvo una coincidencia del 100%. Según Millán, “Edwards no tiene dudas, y tampoco las tienen los descendientes de las víctimas, que piden que los tribunales británicos reconozcan oficialmente la identidad del asesino”. 

La periodista advierte que “otros expertos consideran que las pruebas no son suficientemente sólidas como para reabrir el caso”. También señala el posible sesgo del propio investigador, quien podría haber buscado confirmar su teoría más que refutarla. A esto se suma el contexto: los tribunales británicos, saturados, no estarían dispuestos a abrir una causa judicial solo para emitir un reconocimiento simbólico. 

JACK: ENTRE LA HISTORIA Y EL MITO

Urbano Canal, colaborador de La Tarde, apuntó por qué la figura de Jack el Destripador sigue despertando tanto interés: “No fue ni el primer asesino en serie ni el más sanguinario, pero logró humillar a Scotland Yard en la época en la que Londres era la capital del mundo”. A su figura se han aferrado desde el cine como (From Hell), al cómic (Alan Moore), la música (Judas Priest, Morrissey), e incluso la política británica, con personajes excéntricos como Screaming Lord Sutch que recrearon su imagen. 

Un perfil perturbador

La psicóloga forense Ana Isabel Gutiérrez Salegui profundizó en el perfil del asesino. “Encajaría con  Kosminski, sí”, dijo, aunque matizó que solo puede hablarse de hipótesis. Explicó que la firma criminal del asesino —la mutilación del abdomen y el útero— revela una necesidad emocional muy marcada. “El ensañamiento habla de una necesidad de infligir daño, y eso puede estar vinculado a abusos sexuales sufridos en la infancia, impotencia o un odio profundo hacia las mujeres, especialmente hacia quienes ejercían la prostitución”. 

También analizó la temporalidad de los asesinatos: “Hay ciclos. Entre crimen y crimen, pasaban unas semanas. Esos períodos pueden estar relacionados con una pérdida del interés o con el momento en que la excitación necesita volver a ser alimentada”.

La sociedad de Whitechapel: caldo de cultivo del olvido 

Gutiérrez Salegui fue contundente al hablar del entorno social del East End en el siglo XIX. “Las víctimas eran lo que llamamos ‘los menos muertos’, personas marginales cuya muerte no despertaba alarma social. Por eso, en los primeros crímenes, se perdieron pruebas clave. Se tardó en asumir que había un asesino en serie”. 

Comparó el caso con uno más reciente en España: Joaquín Ferrándiz, el asesino de prostitutas de Castellón en los 90. “Hasta la tercera víctima no se actuó con contundencia”, señaló. En ambos casos, el estigma sobre las víctimas retrasó las investigaciones. 

Calles de Londres donde asesinó Jack el Destripador

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Calles de Londres donde asesinó Jack el Destripador

El mito sigue vivo

Finalmente, la psicóloga reflexionó sobre la fascinación que provoca el caso: “Nos atrae porque pone en duda nuestra capacidad para identificar el mal. Un asesino sin rostro puede ser cualquiera, incluso nuestro vecino. Y eso nos inquieta”. 

Así, aunque Russell Edwards se declare seguro de haber resuelto el enigma, la figura de Jack el Destripador continúa escapando entre las sombras de Whitechapel, envuelta en niebla, dudas y leyenda. ¿Fue Aaron  Kosminski ? Puede ser. Pero como dijo Gutiérrez Salegui, “el caso está tan marcado por la pérdida de pruebas que probablemente nunca podamos cerrar esta historia del todo”. 

Herrera en COPE

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