El primer videojuego de la historia en realidad tiene 100 años y es español

Torres Quevedo demostró con ‘El Ajedrezista’ que una máquina puede pensar como un humano

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El primer videojuego de la historia en realidad tiene 100 años y es español

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Poca gente conoce que el primer juego de ordenador de la historia lo creó un español entre 1912 y 1920. Se llamaba Leonardo Torres Quevedo y el nombre que le dio a su invento fue “El ajedrecista”. Está en una sala de la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid. Y ahora, además de visitarla allí, también lo puedes hacer de manera virtual gracias a Google.

Francisco de Assís González Redondo, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense de Madrid, es el mayor experto en Torres Quevedo. Precisamente hablamos de “El ajedrecista” y, para el experto en el inventor lo más importante es que “no es sólo el primer juego de ordenador, sino que estamos ante la demostración de que Torres Quevedo concibe una ciencia para fundamentar científico-teóricamente que el hombre va a perder siempre contra una máquina”.

Y es que “El Ajedrezista” ha estado funcionando hasta los años 70 pero, desde entonces, nadie la ha puesto en marcha, a pesar de que, como apunta González Redondo, es “una máquina fácil de hacer”. Dentro de los mecanismos de este primer videojuego de la historia, comienza la partida con dos fichas, a la espera de nuestro movimiento, y nos avisa tanto cuando intentamos hacer trampa como cuando acaba de hacernos “jaque”.

Sobre la figura de Torres Quevedo, el profesor de la Universidad Complutense remarca que “demostró con este juego que la máquina puede pensar como un humano”. Lamenta que la figura del inventor no sea tan recordada en el imaginario popular en España, así como otro de sus inventos más conocidos, como “el telequín”: un mando a distancia, ideado a principios del siglo XX y que sienta el precedente para lo que se conoce actualmente como los drones. “Manda señales al receptor, que en la mayoría de casos era un teledirigible, y este las interpreta” cuenta González Redondo.

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