Una psicopedagoga desvela las dos preguntas que nunca debes hacer a tus hijos después de que se peleen

En 'La Tarde', Pilar Cisneros ha hablado con Irene de la Granja Muñoz, psicopedagoga, para saber cuándo y cómo deben intervenir los padres en este tipo de situaciones

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Una psicopedagoga desvela las dos preguntas que nunca debes hacer a tus hijos después de que se peleen

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Todos aquellos que tienen un hermano se sentirán identificados con esta sección de 'La Tarde'. No existen ningunos hermanos que no hayan discutido nunca, es algo evidente. De hecho, hay etapas en la vida en los que los rifirrafes son cada vez más habituales y es importante saber gestionarlos. Estos encontronazos provocan que los padres se encuentran ante una situación incómoda, y en muchas ocasiones se preguntan qué deben hacer.

En 'La Tarde', Pilar Cisneros ha hablado con Irene de la Granja Muñoz, psicopedagoga del centro TAP, para saber cuándo y cómo deben intervenir los padres en este tipo de situaciones.

¿Es normal que los hermanos discutan?

La experta ha despejado todas las dudas al respecto, y ha explicado por qué es importante que existan estos encontronazos: “Son normales, son parte de su aprendizaje y parte de su desarrollo personal. Están aprendiendo, y cada uno está aprendiendo un nuevo rol. El hermano mayor tiene que ejercer como tal, y tiene que aprender un nuevo rol que no había ejercido hasta la llegada de ese hermano y tiene que empezar a compartir el amor de sus padres. Con todas estas discusiones es una fuente de aprendizaje para ambos y es donde se establecen esos limites y esas normas no escritas entre ellos”

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¿Cuándo debe intervenir un padre?

Esta es la gran cuestión, y todo padre quiere saber en qué momento y cómo debe intervenir. La edad es un aspecto clave que hay que tener en cuenta en este tipo de situaciones, Irene ha explicado porqué: “Depende un poco de las edades. Es importante que ellos aprendan a gestionar la situación, pero tenemos que tener una cosa muy presente y es que los más pequeños no aprenden a gestionar las emociones por sí mismos. Al final nosotros somos sus reguladores principales. Cuando hablamos de emociones, hablamos de una parte muy primitiva del ser humano que explota muy fácilmente y es difícil de gestionar y es aún más complicado cuando somos pequeños. Y por ello necesitan al adulto para ejercer de regulador emocional. Los padres tienen que intervenir para poder darles el modelo para que aprendan a regular esa emoción. Y poco a poco hay que dejarles que experimenten por su cuenta, y esa intervención adulta ya será algo más anecdótica”.

¿Quién ha empezado? ¿Qué ha pasado?

Estas preguntas se repiten de forma casi automática por parte de los padres, y según la experta es lo último que se debe hacer: “Quizás esas son las preguntas que debemos desterrar de nuestro vocabulario. Tenemos que conocer lo que ha pasado si no lo hemos visto, y en el caso de haberlo visto hay que intentar partir de la parte emocional. Saber cómo se sienten, qué es lo que ha hecho, que se sientan así. Es más una intervención de regulación y de gestión, de saber y conocer cuáles son esas emociones y ponerles nombre. Deben saber qué es lo qué sienten”.

Hay que enseñar a los más pequeños a entender lo que sienten, para ello deben ponerle nombre a ese sentimiento y eso les permitirá poder verbalizarlo. Una vez conocen correctamente los sentimientos ya les permite hablar de ellos, y el diálogo es la parte que puede aportar algo de racionalidad a las emociones más intrínsecas.

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