Amparo Medina: "La anticoncepción, la salud sexual reproductiva y el aborto son un negocio de sangre"

La presidenta de la Red Provida de Ecuador explica en 'Mediodía COPE' qué se esconde tras las políticas de promoción del aborto

Natxo de Gamón

Publicado el - Actualizado

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En los últimos años, la cultura de la vida está sufriendo numerosos ataques. Por ejemplo aquí, en nuestro país, la aprobación de la ley de la eutanasia o, más recientemente, la del aborto, junto a la ley trans, están limitando el derecho a la vida...

Pero esto no es algo exclusivo de España. Los ataques a la vida están sucediendo en todos los países del mundo. Por ejemplo en Ecuador, como ha explicado Amparo Medina, presidenta de la Red Provida en ese país. Durante un tiempo, participó en varias iniciativas que atentaban contra la vida, hasta que fue consciente de lo que estaba haciendo. Ha explicado que "tanto la política de izquierda como la política abortista o LGTBI tienen muchísima relación. Una de las primeras metas de la revolución socialista es que la mujer sea obrera. De hecho, el primer país que legalizó el aborto fue Rusia, porque vio a la mujer como mano de obra y, si es madre, no sirve para trabajar. El aborto la convierte en mucho más productiva para la Revolución".

"Luego, se ha legalizado en más países y, desde que se aprobó, hace 70 años, hasta la actualidad, se calcula que se han realizado un billón de abortos legales en el mundo. Se dan cuenta de que es insostenible y se pasa a la revolución sexual. Y el aborto se convierte en una política de salud para el control natal, donde la mujer es la primera víctima, porque el hombre no era capaz de usar anticonceptivos. Recordemos que las mujeres somos fértiles doce horas al mes, y el 98 % de los anticonceptivos son para las mujeres, cuando el hombre es fértil desde su primera eyaculación o polución nocturna, entre los 10 y los 12 años, 365 días del año, los 7 días de la semana, 24 horas al día, hasta el día en el que muere. Y solo tienen 2 anticonceptivos y contraceptivos: la vasectomía y el preservativo", señala la activista provida.

"El problema es que la mujer ha sido utilizada como un objeto sexual, porque a quien ha beneficiado el aborto y la contracepción es al hombre, para poderla usar sexualmente cuando él quiera, como él quiera y cuando quiera. Se ha librado de todos los daños de la contracepción y, además, no asume la responsabilidad de la paternidad. Al haberle dicho que haga lo que le da la gana, deja sola a la mujer. La mayoría de las mujeres que van a los abortorios lo hacen por el abandono del varón", apunta Amparo Medina.

"El aborto es una política empresarial"

La activista llegó a trabajar como asesora del Ministerio de Educación de Ecuador y de otros organismos internacionales, como UNICEF o la ONU. Desde esas instituciones puso en marcha programas que fomentaban el aborto: "Tienen nombres muy interesantes: 'planificación familiar', 'salud sexual reproductiva', 'derecho de la mujer', 'prevención de violencia', 'prevención de embarazo adolescente', 'prevención de enfermedades de transmisión sexual', 'prevención de contagio de VIH/sida'... pero todos esos apuntan exclusivamente a que el uso de anticonceptivos se convierten en una norma, cuando no hay un solo anticonceptivo seguro, peor aún en el caso de ETS, donde no hay ni un solo anticonceptivo o contraceptivo que ayude en la transmisión de ETS".

"La anticoncepción, la salud sexual reproductiva, el aborto... son un negocio. Un negocio de sangre que se implementa en nuestros países con el objetivo de ganar mucho más dinero del que está planificado. No solo para las Naciones Unidas, sino también para las farmacéuticas, que son las que financian este negocio. El aborto es una política empresarial que utiliza a los adolescentes desde muy pequeños para que se conviertan en clientes de la salud sexual reproductiva y, al ser usuarios de la anticoncepción, ésta falla y te ofrecen el aborto", afirma Medina.

"Y recordemos que en países como España, Estados Unidos, Colombia... que se dan cifras más grandes de abortos, la venta de estos bebés abortados se convierte en un gran negocio. Un cerebro, una pierna o un brazo de un bebé, por el colágeno que tiene, puede venderse en 600 u 800 dólares. Entonces, si tú le sumas los 500 u 800 euros que puede llegar a costar un aborto, a eso le sumas la anticoncepción que esa persona ha usado durante ese tiempo, más la venta de equipos, te vas a dar cuenta de que jamás existió aborto gratuito, porque te ha costado a ti, en tus impuestos, y por el otro lado ha dejado muchas ganancias", asegura Amparo Medina.

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